La Selección Argentina realizó ayer un nuevo entrenamiento en las afueras de Santa Clara, en vistas de su debut en la Copa América, mañana ante Chile. La noticia del día es que Lionel Messi y Lucas Biglia entrenaron diferenciado. El rosarino pasó de los suaves piques cortos del viernes, a un trabajo más intenso ayer en lo corporal, con elongaciones y estiramientos hasta los límites del dolor, sin emitir quejas, concentrado en una recuperación del golpe fuerte que sufrió en la zona lumbar en el amistoso ante Honduras, que lo mantiene en la cornisa entre estar o quedarse afuera de uno de los partidos más esperados por el astro, tras la derrota en la final de la Copa América disputada el año pasado en Chile. La intención del cuerpo técnico es esperarlo hasta último momento. Lo único que está claro, es que si no puede jugar de arranque, tampoco estará en el banco de suplentes.

Si el rosarino no llega, su lugar lo ocupará Nicolás Gaitán, que arrancará por derecha como lo hace él, por lo que Di María seguirá en la izquierda, mientras que por Lucas Biglia irá Augusto Fernández, y Ever Banega ocupará la punta del triángulo de mediocampistas por delante de Javier Mascherano y por detrás de Gonzalo Higuaín.

Los 36 goles convertidos durante la temporada 2015/2016 le valieron al ex River no solo consagrarse como máximo goleador de la liga italiana con un récord fantástico incluido, sino también ubicarse una vez más y con mayor fuerza en la consideración del entrenador de la Selección, Gerardo Martino, para ser titular. El ex jugador del Real Madrid le ganó en la pulseada a Sergio Aguero. Que Higuaín llegue de esta forma es una gran noticia para el equipo que nunca pudo tener a sus figuras en niveles similares. Tanto en la gestión de Alejandro Sabella como en la actual, cuando Messi estaba a pleno, Agüero o Higuaín no lo acompañaron, ya sea por rendimiento futbolístico o lesiones. Y cuando Agüero o él dieron muestras de repunte en su nivel, Messi y Di María no coincidieron con esa apreciación. Su grito de gol quiere extenderse en Estados Unidos para que aquellas imágenes de ocasiones falladas ante Alemania, en la Copa del Mundo Brasil 2014, y Chile, en la Copa América 2015, sean reemplazadas por las de un goleador en racha.

A los que entrenaron, una vez finalizada la práctica de fútbol y los trabajos de elongación, el director técnico les tiró una pelota de rugby a sus dirigidos, y éstos armaron un partido, en el que había que embocarla en un arco de fútbol. La ovalada se la pasaban de mano en mano, hacia adelante y atrás. Era una especie de rugby y handball. Fue una manera de distenderse y pasar un buen momento entre todos.