DEPORTES › RIVER SE FLOREO EN SU DEBUT EN LA LIBERTADORES
Olmedo le hizo mucha gracia
En la altura de Riobamba venció 3-2 a un rival muy inferior. Patiño, Mascherano y Farías, de penal, marcaron los goles del triunfo.
Nadie, ni siquiera los más optimistas hinchas de River, podrían haber imaginado un debut más excitante en la Copa Libertadores 2005 que el equipo que conduce Leonardo Astrada experimentó en la altura de Riobamba, ante el Olmedo, el vicecampeón ecuatoriano. Y frente a la fantástica expectativa creada por el imaginario riverplatense respecto de esta Copa en particular, la actuación superlativa del conjunto ante un rival que por momentos dio risa llenó de satisfacción a todos sus seguidores, el puñado que lo acompañó al Ecuador y los que lo siguieron por TV, pese al sofocón del final.
Hacía 35 años que River no ganaba un partido en la altura. Pero a los 20 minutos del encuentro la banda de Mascherano y Cía. vencía por dos goles de diferencia y ofrecía la vertiginosa sensación de estar dispuesto a aumentar las cifras tanto como se lo propusiera, ante un equipo local con un escaso nivel, que no sabía si atacar o defenderse y que no acertaba a concretar ni una ni otra operación, especialmente la segunda.
¿Cuánto tardó River en comprender la enorme diferencia cualitativa que lo separaba, como un abismo futbolístico insondable, del rival? Segundos apenas. Cuando Mascherano marcó el segundo gol a los 18 minutos, el equipo argentino habría podido estar ganando ya 5-0. A saber:
- A los 3, Farías remató exigido y la pelota se fue muy cerca de un palo.
- A los 5, fue Zapata el que no alcanzó a empujarla después de un centro de Farías.
- A los 8, Patiño avanzó sin oposición y sacó un hermoso remate de más de 35 metros, que pasó por sobre la cabeza del arquero Caicedo, y puso el 1-0.
- A los 11, Lucho González reventó el travesaño con otro disparo atómico.
- A los 18, Mascherano robó una pelota en campo de River y arrancó hacia el área local: como los defensores rivales no acertaban a pararlo o se abrían a su paso, cuando pisó el área sacó el derechazo cruzado que se tradujo en el 2-0.
Al ratito, antes de los 20, Zapata quedó solo ante Caicedo y su remate se fue apenas desviado. Allí entendió River que un exceso de gasto de energías, a más de 2000 metros sobre el nivel del mar, podía resultar contraproducente.
El debut era tan inesperadamente fabuloso que el equipo argentino aflojó el ritmo por necesidad en el complemento, como para cuidar el físico, pero aun así siempre estuvo más cerca del aumento que el Olmedo del descuento. De hecho, cuando apretó marcó otra diferencia: un penal a Farías fue aprovechado por el mismo goleador con un remate esquinado. El descuento llegó con un cabezazo de Rodríguez cuando ya no se discutía la supremacía. Pero el bombazo final de Rodríguez acortó la diferencia de una manera injustificada.