ECONOMíA › ECONOMISTAS DEL BBVA PIENSAN EL DIA DESPUES, EL FMI NO

Rato está para ir con el Chavo

Mientras todo el mercado financiero habla del éxito del canje y empieza a debatir sobre el tipo de cambio y la inflación, el número uno del Fondo insiste con la idea gaseosa de la “buena fe”.

 Por Claudio Zlotnik

Los banqueros no salen de su asombro. A pocas horas del final del canje les llegan noticias de que en Alemania no dan abasto con el procesamiento de las órdenes para trocar los papeles en default por los nuevos. Ya no tienen dudas de que la reestructuración será un éxito. ¿La adhesión llegará al 80 por ciento? ¿Al 85, quizás? Ahora sonríen cuando recuerdan que, durante la conferencia de lanzamiento, Roberto Lavagna dijo que la Argentina podría cantar victoria si alcanzaba a seducir a la mitad de los bonistas. Los economistas jefes del grupo BBVA tienen argumentos para explicar el éxito del canje. Quien parece que todavía no los encuentra, debido a que –como ya es costumbre– se equivoca en sus diagnósticos y recetas que propone, es el número uno del Fondo, Rodrigo Rato. Como si no estuviera pasando nada en el mercado –obviamente en línea opuesta a las previsiones (¿deseos?) del organismo–, ayer afirmó que el canje “tiene que hacerse de buena fe”. E insistió con que “tiene que ser amplio e incluir la mayoría de la deuda”. Si no fuera que se trata de un funcionario clave de la estructura financiera internacional, Rato estaría para actor del programa del Chavo.
Los economistas del BBVA, en cambio, ya piensan en el día después del canje. Advierten que habrá una fuerte presión sobre el tipo de cambio, difícil de contener aun si el Gobierno aplica controles al ingreso de capitales especulativos. Que una defensa del tipo de cambio podría deparar en un brote inflacionario. Y que si la Argentina quiere aprovechar la salida del default para mantener el crecimiento “habrá que llegar a un buen acuerdo con el FMI”.
–¿Qué significa un buen acuerdo? –preguntó Página/12 a José Luis Escrivá, economista jefe del BBVA.
–Después del default será clave que el Gobierno pueda determinar un marco de mediano plazo. Debe haber certidumbre del camino económico que se tomará, si habrá inflación o si el sistema financiero continuará normalizándose, por ejemplo.
Antes de responder a la pregunta de este diario durante una conferencia ante medio centenar de periodistas latinoamericanos, Escrivá expuso durante 45 minutos sobre la situación de las economías latinoamericanas. Tienen rasgos coyunturales en común: todas muestran altos índices de crecimiento y un fuerte ingreso de capitales especulativos, que están provocando revaluaciones de las monedas locales, dada la alta liquidez en los mercados financieros internacionales. Desde el plano de la economía real, la región se ve favorecida por los altos precios de los commodities que, aunque con bajas en los últimos meses, aun se encuentran por encima a los valores históricos.
Cuando Página/12 quiso saber si los controles a los capitales golondrina serían una buena defensa contra la revaluación del peso, el economista fue pesimista. “Su efectividad es dudosa”, señaló. También dijo que “no es fácil discriminar entre los capitales especulativos y los que se dirigen a la inversión productiva”. Al lado suyo, Javier Santiso, economista jefe para América latina del grupo español, acotó que ni en Chile ni en Colombia las trabas al ingreso de fondos golondrina pudieron impedir la revaluación de la moneda local. En Economía tienen en cuenta esta experiencia, pero los funcionarios aseguran que, al menos, los controles lograrán cambiar la composición de los capitales extranjeros: serían de mediano y de largo plazo y no tanto de corto.
De todas formas, Santiso quitó dramatismo al escenario al afirmar que el actual contexto de hiperliquidez internacional durará entre seis y doce meses más, en vista del proceso alcista de la tasa de interés en los Estados Unidos. Para entonces, resumió, la clave será de qué manera se pueden atraer a los capitales de inversión de largo plazo.
Escrivá volvió sobre otro punto polémico: “En lugar de fijarse tanto en la paridad nominal con el dólar habría que atender al tipo de cambio real. Y no sólo con respecto a la moneda estadounidense sino con las otras con las cuales comercia la Argentina”, señaló. El experto concluyó: “El tipo de cambio real tenderá a la apreciación. No sea cosa que por cuidar la relación con el dólar, se implemente un mecanismo que desemboque en una tasa de inflación de dos dígitos. Una mayor inflación se comerá la competitividad ganada tras la devaluación”. Mientras tanto, los economistas del grupo BBVA prevén para la Argentina un crecimiento de 6,4 por ciento para este año. Es la previsión más optimista entre los países latinoamericanos, detrás de Chile con un 5,7 por ciento.

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Rodrigo Rato, director gerente del FMI, sigue repitiendo que la adhesión tiene que ser “amplia”.
 
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