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Boludeces de pelota parada
Por Diego Bonadeo
Con impudicia de advenedizo, el otrora aparentemente recatado y respetuoso Gustavo López, gurú más que comentarista del fútbol de los viernes por América, sermoneó durante la emisión de Independiente-Lanús: “Los directores técnicos son más importantes que los jugadores”. En un rapto de sensatez, su relator Alejandro Fantino se le opuso: “Sin los directores técnicos se puede jugar al fútbol; sin los jugadores, no”. El cruce motivó una serie de incongruencias entre los mensajeros del pensamiento único, tales como “sin la pelota tampoco se puede jugar”, lo que no parece del todo cierto para quienes relatan, comentan o entrevistan, respecto de lo que “no pasa”. De lo que imaginan que pasa, pero no pasa. Como el Buendía de “Macondo” que Gabriel García Márquez, nunca pensó como futbolista o director técnico, pero mucho menos como comentarista.
La esquizofrenia generalizada –y globalizada– a la que tantas veces se hizo referencia en columnas parecidas a ésta, respecto de la permanente referencia a los directores técnicos por parte de los medios, en cuanto a los recurrentes primeros planos de la televisión de todo el mundo, el protagonismo muchas veces excluyente de los DT en conferencias de prensa casi siempre inocuas como en entrevistas que no lo son menos, la importancia superlativa que le da a la ida o a la llegada de un entrenador y demás, hace que se llegue al dislate de López.
Así como sus empleadores, dueños del fútbol televisado, parecieran pretender canchas semivacías y mucho rating, el gurú de marras quizás abogue por abolir los partidos a cambio de simposios internacionales con afluencia masiva de directores técnicos de todo el mundo para debatir en profundidad la importancia de la pelota detenida.