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La dirigencia de Boca, empeñada en la renovación parcial del plantel profesional con motivo de la partida de Traverso, Martínez, Riquelme, Delgado –si hay quien lo pague– y otros, busca refuerzos. A las dificultades de traer a Cagna y de conseguir el millón y medio que cuesta Crosa, intenta préstamos. Y un puesto desmantelado –ni Bracamonte ni el retirado Balbo– es el de centrodelantero, ese “grandote” que siempre ha querido traer Tabárez. Así, una de las gestiones que ha autorizado el técnico es la de tratar de traer a Daniel “Miliki” Jiménez, el goleador argentino actualmente en Peñarol, vieja aspiración boquense.
La gestión –se supo ayer en altas esferas cercanas a Macri– será llevada a cabo con Daniel Graneros, representante del jugador, quien es propietario de la mitad de su pase. El mayor inconveniente para que Jiménez recale en Boca es que tiene contrato con Peñarol hasta junio del año próximo y los uruguayos poseen una opción de compra tasada en 200 mil dólares. Por eso, los dirigentes de Boca buscan comunicarse con el propio futbolista –se encuentra de vacaciones en Rafaela– para consultarlo si desea rescindir su contrato y jugar en Boca. El informe de Gregorio Pérez –técnico de Peñarol– a Tabárez no pudo ser más positivo.