En el caso de que realmente se haga lo que se dice, el denominado “trabajo de la semana” de los equipos debiera comprender un sinnúmero de item vinculados casi de manera excluyentes al juego. Con los aluviones tacticistas de estos tiempos, se hace permanente hincapié en ensayos con pelota parada como lo que lleva gran parte del tiempo de las prácticas, además de los que se da en llamar “trabajos regenerativos” para quienes no están en plenitud física, alineamientos tentativos para los partidos inminentes, visualización de videos, movimientos físicos y tácticos, algún picado entre potenciales titulares y potenciales suplentes, y demás. Diferente, por cierto, es “el trabajo de la semana” de los dirigentes. Mientras quienes regentean River, entre otros menesteres, están por estas horas atendiendo a la situación provocada por quienes se filtraron en uno de los estacionamientos el jueves por la noche y que prácticamente desguazaron automóviles de quienes participaban de un amistoso con ex jugadores del club, la dirigencia de Independiente discutió durante toda la semana el cupo de entradas que le asignaba Boca para el partido de hoy. En el ínterin, dos revendedores supuestamente vinculados con la barra brava del club de Avellaneda eran detenidos con entradas falsas. Pero quizá lo más llamativamente perverso era la discusión respecto de la salida de los jugadores visitantes una vez finalizado el partido contra Boca. Se plantearon dos alternativas para evitar la previsible pedrada al micro de Independiente no importa cuál fuere el resultado. O bien que los futbolistas salieran sin siquiera bañarse o cambiarse al final de los noventa minutos, o bien esperar dos horas –“desensillar hasta que aclare”– en el vestuario, como si el conflicto del Medio Oriente se hubiera trasladado a la Bombonera. Organismos de control, club organizador, AFA, policía adicional, bien gracias. Claro, “el trabajo de la semana”, fuera de los entrenamientos, no pasa por proteger a los que no tiran piedras ni revenden entradas ni pasan merca...