“Volvieron los ojos celestes.” Una frase más o menos así marcaba (si la memoria no le es del todo infiel a quien esto escribe) el comienzo del debut de la organización de Carlos Avila en la televisión. Era un programa de golf que se emitía por la pantalla del entonces Canal 2 (ahora América), y el remedo para el color de ojos de Frank Sinatra tenía como destinataria a Cecilia Palacio (hija del gran dibujante Lino Palacio “Flax” y hermana del también dibujante recientemente fallecido Jorge Palacio “Faruk”), destacada golfista allá por 1982, quien participaba como especialista en el emprendimiento para el cual quien esto escribe había sido convocado, por cierto no como entendido en birdies, fierros, maderas y foursomes, sino en algo así como bastonero.

La referencia al color de ojos de Cecilia iba en busca de la desenvoltura de quien, como ella, no tenía casi experiencia en medios audiovisuales. Algo así como el “miedo escénico” que tan bien describe Jorge Valdano. Golfistas invitados, en especial el “Chino” Vicente Fernández –gran protagonista de la época–, imágenes de torneos nacionales y del exterior, constituían la base del programa en tiempos en que Avila parecía un fana de este deporte.

En un momento dado, que este columnista no recuerda del todo bien casi un cuarto de siglo después, apareció su virtud de visionario al decirle a Avila algo así como que estaba todo en orden, que no tenía nada de qué quejarse, pero que no creía que Avila fuese la persona indicada para este tipo de emprendimientos. Justo a Avila: un visionario, Bonadeo.

Hace un par de semanas, Avila anunció su renuncia a la presidencia de Torneos y Competencias, pero conservando algo así como el veinte por ciento de las acciones. Al mismo tiempo parece que se hará cargo de un programa de cable que emitirá golf las veinticuatro horas. Los golfistas de parabienes. El empresario Avila se supone que también. Difícilmente vuelvan los ojos celestes. Y otros serán los bastoneros. Esto último es seguro.