Martes, 17 de octubre de 2006 | Hoy
EL MUNDO › EL PARTIDO TRADICIONAL MEXICANO GANO EN TABASCO
Por Gerardo Albarrán de Alba
Desde México, D.F.
Entre balaceras, detenciones y torturas registradas los días previos, las elecciones del domingo pasado en el estado de Tabasco transcurrieron en un clima de tensión que no bastó para inhibir totalmente la participación ciudadana. El 62,33 por ciento del padrón electoral acudió a las urnas para elegir gobernador, que todo indica será un priísta. Con el 95,75 por ciento de los votos escrutados, el PRI aventaja por 10 puntos porcentuales, pues mientras su candidato Andrés Granier lleva contabilizados 422 mil 318 votos (52,92 por ciento), su oponente Raúl Ojeda, postulado por la coalición Por el Bien de Todos, apenas tiene 341 mil 966 votos (42,85 por ciento). Sin embargo, la elección de diputados locales luce infinitamente más cerrada, y la coalición va ganando 11 de 21 curules en disputa, mientras el PRI sólo está adelante en 10; una más se encuentra en el aire, debido a lo apretado del conteo de votos.
En la elección de presidencias municipales, la coalición gana siete de las 17 alcaldías disputadas, mientras que el resto son para el PRI. En Tabasco, el partido de los presidentes saliente y entrante (PAN) no pinta para nada en ese estado del sureste mexicano. La mayor parte de la prensa de la Ciudad de México consideró estos resultados como una “prueba” del rechazo popular al ex candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador, nativo de esta entidad. Paradójicamente, nadie consideró que la victoria priísta significara un aval para el ex dirigente nacional y ex candidato presidencial del PRI Roberto Madrazo, también tabasqueño. Lo cierto es que el resultado de estas elecciones parece responder a la popularidad de los candidatos locales, y no tanto a la influencia que puedan tener sus principales políticos de oposición.
El priísta Granier, virtual gobernador electo de Tabasco, incluso trató de deslindarse de Madrazo, quien provocó el peor resultado electoral nacional para el PRI, mientras que el activismo de López Obrador en el estado no alcanzó para rescatar una candidatura que ya había sido rechazada en dos ocasiones por la ciudadanía tabasqueña, pues Raúl Ojeda ya había perdido antes dos elecciones para gobernador.
A pesar de que el priísta Granier siempre se mantuvo a la cabeza en las preferencias del electorado –según las encuestas difundidas en los últimos meses–, los dos días previos a la elección resultaron muy tensos y la violencia imperó en el estado. El PRI denunció que fueron baleados los domicilios de algunos de sus candidatos a alcalde, mientras que la coalición Por el Bien de Todos exhibió a las autoridades locales que detuvieron y torturaron a varios militantes del izquierdista PRD. Ayer, el candidato de la coalición pagó la fianza de 10 perredistas detenidos, quienes fueron liberados por la noche.
Durante la jornada electoral, el PRD denunció que 29 de sus activistas estaban detenidos y otros nueve habían sido secuestrados. Según el PRD, el gobierno estatal priísta recurrió al robo de urnas y a golpeadores contra su equipo de defensa del voto en varios municipios. La tensión creció al extremo de que el dirigente nacional del PRD, Leonel Cota Montaño, pidiera la intervención del ejército para resguardar las mesas electorales, porque la policía local estaba actuando al servicio del PRI.
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