Martes, 14 de abril de 2009 | Hoy
Por Fernando Villar
El Masters de Augusta llegó a su fin, pero quedaron los recuerdos imborrables de la última ronda. Si hubiera que marcar la clave de la victoria de Cabrera, podría señalarse el putt bajo presión que jugó para birdie en el hoyo 16, teniendo a Kenny Perry con la pelota pegada al hoyo, luego de un tiro de salida que casi termina siendo hoyo en Ace.
La televisión reiteró ese golpe porque parecía que definiría el campeonato a favor de Perry. Pero Cabrera metió para dejarse la chance de quedar dos golpes abajo con dos hoyos por jugar.
Otro tiro clave resultó el que hizo junto al tronco del árbol en el primer hoyo de desempate. Parecía que estaba perdido, pero arriesgó y le salió bien.
Perry, que pudo haberse convertido en el jugador de mayor edad en ganar un torneo de Grand Slam, no pudo utilizar su experiencia para evitar los bogeys en los dos hoyos finales. Esos que también hicieron subir a Tiger Woods para dejarlo en el sexto lugar.
Cabrera se sobrepuso también al público, que alentó a Perry por ser estadounidense y, además, por ser ya un veterano de 48 años que podría haber hecho historia en los torneos grandes por esa condición.
Si bien Cabrera siempre dijo que le era indistinto venir de atrás como en el US Open o estar adelante como en Augusta, se movió como pez en el agua quedando siempre a la zaga, mirando el tablero y transfiriéndoles la presión a los demás. Fue así como alcanzó la victoria, esperando el error ajeno: esos que cometieron Perry, Campbell, Woods y Mickelson y que Cabrera sabía que le depararían la victoria.
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