Al primer minuto del partido, los pasillos de la Cámara de Diputados, adonde se estaba tratando el Presupuesto 2010 y una serie de prórrogas impositivas, dejaron de tener el clásico vaivén de legisladores. Cautivó a diputados, asesores, personal administrativo y de limpieza, tal como ocurrió en todas partes del país. Donde había un televisor, había un grupo de personas observando, mientras que en el recinto quedaban sólo 88 legisladores, de una sesión que había arrancado con 131. En el despacho del presidente de la Cámara, Eduardo Fellner, un grupo de diputados se reunió con Juan Carlos Pezoa, el secretario de Hacienda. Después de negociar algunos puntos conflictivos de los proyectos en cuestión, tuvieron sus 90 minutos de descanso (y de nerviosismo).