Se escuchan algunos gritos. Se oyen, apenas, algunas voces. Y sin embargo, su resonancia tiene impacto. Es que es un escenario atípico. Si hasta Santiago Silva se mimetizó con el estadio vacío. El uruguayo, habituado a armar coreografías junto a Maximiliano Moralez y Juan Manuel Martínez cada vez que convierte un gol, esta vez sólo atinó a gritar el tanto frente a sus compañeros y teniendo de espaldas a una hinchada local totalmente ausente. El festejo quedó únicamente para los protagonistas, que prefirieron hacer una montaña humana sobre el autor del gol.

Esa fue una muestra clara de cómo se modifica un partido de fútbol sin hinchas. A partir de la disposición para que el choque entre Vélez y San Lorenzo se juegue sin público por motivos de seguridad, a puertas cerradas, quienes presenciaron el encuentro se contaban entre un centenar de periodistas y un puñado de dirigentes que hicieron las veces de simpatizantes. No hubo cánticos, faltaron las banderas y se multiplicaron con claridad los insultos, desde las tribunas, pero especialmente desde el propio campo de juego.

Migliore recriminándole a su defensa una mala cobertura, Zapata ordenando el mediocampo, Luna en San Lorenzo y Domínguez para Vélez insinuando sus gritos de dolor por las patadas recibidas que repercutieron en forma de eco en toda la cancha. Ese es el marco en el cual se desenvolvieron los dos equipos en un escenario extraño, que pretendía no tener violencia. Y la violencia, aún así, ganó de mano, porque luego de los 84 minutos de juego, varios periodistas partidarios de ambos conjuntos protagonizaron una pelea en el palco de prensa en la que tuvieron que intervenir una veintena de policias. Ese escenario, en fin, no tiene cambio.

El buen presente de Vélez le permite decir a Ricardo Gareca que su equipo va a “pelear hasta el final en las dos competencias sin importar el cansancio”. Pero la cuota de sensatez la puso Ramón Díaz: “Me voy muy triste por la derrota, pero me dolió aún más jugar un partido así, donde había tanto en juego, con un estadio vacío. Espero que esto no se repita nunca más por el bien del fútbol argentino”.