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A ver quién la tiene más larga
Por Pablo Vignone
No se sabe del todo de dónde surgió la trasnochada idea. Pero no habla muy bien de la inteligencia de los dirigentes del fútbol argentino.
A los que conducen Independiente se les ocurrió jugar un partido atrasado. Atrasado 30 años. ¿Por qué? Porque la marca de 15 títulos internacionales que ganó el equipo de Avellaneda en su historia puede ser igualada por Boca si retiene la Copa Sudamericana. Algún memorioso, probablemente, rescató del archivo la Copa Interamericana, que solía enfrentar al campeón de la Libertadores con el mejor equipo de la zona de la ex Concacaf, que agrupa a América Central y del Norte. En 1975, Independiente debió jugar esa Copa contra el Transvaal de Surinam. Como ese partido no se realizó, el club rojo se “perdió” la chance de tener un titulejo más y, por lo tanto, ha propuesto jugarlo en enero, tres décadas después: nadie aclaró si con los equipos de hace 30 años (con lo que habría que pedirles a Santoro, Pavoni y cía. que desempolven los botines, lo que no dejaría de ser un lujito, ya que la 10 volvería a ser propiedad del neoperiodista Ricardo Enrique Bochini) o con los actuales.
Bueno, con los actuales no estaría mal. En Surinam nacieron jugadores de la talla de Ruud Gullit o Patrick Kluivert, pero ellos tienen nacionalidad holandesa: el fútbol surinamés tiene una liga de sólo 13 equipos, con jugadores amateurs que suelen entrenar tres veces por semana, a la noche, cuando terminan de trabajar. Eso sí, el Transvaal es el mejor equipo...
Curiosamente, al presidente de Independiente, Julio Comparada, no le causó ruido, no hace mucho, vender al goleador del equipo a mitad del campeonato (¿por algún interés particular, quizá?), pero, en cambio, parece que sí le interesa la borrachera de presuntas glorias que supone tomarse una Copa bien añeja; ¿será que los campeonatos locales ya no tienen el mismo sabor?
Pero entonces, los de Boca se sumaron a la cola de la ridiculez y sacaron cuentas: al equipo de la Ribera le faltan jugar, aseguran, dos Interamericanas y dos Recopas. Andan haciendo cuentas para ver cuándo y con quién hay que jugarlas...
Compiten por ver quién la tiene más grande.
Una tontería mayúscula.
No compiten por calendarios coherentes ni por decisiones transparentes. Por crear estructuras sanas para sus clubes o para determinar cuál de esos clubes, por ejemplo, tiene mayor cantidad de futbolistas propios, que no pertenezcan a intermediarios, representantes, fondos de inversión o comedidos.
Reducen sus preocupaciones a niveles casi tribales de confrontación. Como si fueran los hinchas más ciegos y no los dirigentes sensatos que el fútbol argentino precisa para salir de su anomia institucional.
Así nos va.