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Mi primer acercamiento a la figura de Aldo Ferrer fue, como la de muchos estudiantes en el ámbito de las ciencias sociales, a través de la lectura “obligatoria” de su libro La economía argentina, mientras cursaba mi carrera de grado, hacia finales de los años ochenta. Nunca imaginé que casi dos décadas después llegaría a conocerlo personalmente, y mucho menos a labrar un profundo lazo afectivo con aquel autor que admiraba.

Me encontré por primera vez con Aldo en 2006, cuando fue designado miembro del jurado en el concurso donde obtuve el cargo de Profesor Asociado, en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires. En esa oportunidad me comentó de manera informal que había leído con mucho interés mi trabajo sobre el Banco Nacional de Desarrollo, con el que se había encontrado de casualidad en una librería. Poco después recibí un llamado suyo, donde me preguntaba, con la humildad que lo caracteriza, si conocía su libro La economía argentina. Su idea era que lo ayudara a revisar y ampliar la obra, con la perspectiva de un historiador económico. De más está decir el orgullo que esa tarea representó para mí.

Aldo Ferrer ha sido un espectador privilegiado de todas las transformaciones ocurridas en los últimos setenta años de la política y la economía mundial; también una figura emblemática del pensamiento económico heterodoxo latinoamericano y un protagonista destacado en muchos de los acontecimientos que contribuyeron a delinear el derrotero de la Argentina. Lo sorprendente de este recorrido es la pertinacia de las ideas de Aldo Ferrer, aquellas que lo han llevado a comprometerse políticamente a lo largo de más de siete décadas con el ánimo indudable de llevarlas a la práctica. Ferrer ha abrevado siempre en el estructuralismo latinoamericano, en la perspectiva nacional del desarrollo económico, en la utilización de recursos keynesianos para orientar el crecimiento, y se ha mostrado firme partidario del manejo estatal de los resortes básicos de la economía así como de la propiedad pública de las empresas de servicios y la energía.

* Doctor en Historia. Texto tomado del prólogo de Aldo Ferrer y sus días.