En Brasil, se dice que quienes componen el gobierno interino de Michel Temer, quienes suspendieron el mandato de Dilma Rousseff a través de un proceso de impeachment son todos hombres, blancos y ricos. “Proceso constitucional” dicen Prat-Gay, Malcorra, el monopolio mediático Globo y las oligarquías del Cono Sur. “Golpe de Estado” dicen los movimientos sociales que acampan hace días en las inmediaciones de Brasilia; los trabajadores de la cultura –Caetano Veloso incluido– que tomaron los predios del Ministerio de Cultura reducido a Secretaría y vuelto a Ministerio gracias a la presión social; los actores y actrices brasileños en la alfombra roja de Cannes; los medios de comunicación internacionales y las miles de personas que marchan todos los días denunciando un proceso que vulnera profundamente la soberanía popular.

Hombres blancos, ricos, “viejos y homofóbicos” agrega Jean Wyllys, diputado federal por el Partido Socialismo y Libertad –PSOL– por el estado de Río de Janeiro, quien dice del actual gobierno que es una “República del Viagra”. El bahiano, profesor universitario y periodista, ganó popularidad tras su participación en la quinta edición de Gran Hermano Brasil. Fue electo tres veces como el mejor diputado de Brasil por el premio “Congresso em Foco” y es el autor de los proyectos de ley de matrimonio igualitario, identidad de género, legalización del aborto y legalización de la marihuana, entre otros, y es el único representante del movimiento LGBT en el Congreso.

Homosexual asumido, el diputado denuncia un asedio permanente por parte de las fuerzas conservadoras del Congreso, lo que lo llevó al límite el día de la votación del impeachment. Actualmente asumió el cargo como coordinador de FrenteCom –Frente Parlamentario por la Libertad de Expresión y el Derecho a la Comunicación– y tendrá como misión dar la pelea en el Congreso para democratizar la comunicación en Brasil. Jean Wyllys considera que si la voluntad popular se expresa en la urnas, Lula da Silva es la gran fuerza política capaz de ganar las elecciones. Es por eso que el trabajo de los medios brasileños es cajonear el caso Lava Jato, instalar el golpe como un proceso legítimo y destrozar la figura de Lula. Pero mientras los medios cuentan una historia, las calles cuentan otra, la de la resistencia.