La idea de medir la “calidad” de la democracia, cuenta Guillermo O’Donnell, surgió luego de un seminario en la Universidad de Notre Dome, cuando el costarricense Jorge Vargas lo invitó a participar en una primera experiencia en su país. “Era un lugar ideal. Un país chico, económicamente estable, centralizado. Fue una buena idea empezar por ahí”, recuerda el politólogo. Luego, las experiencias se multiplicaron en otros casos y lugares, con una base teórica elaborada por O’Donnell, Vargas y Osvaldo Iazzeta y reflejada en el libro Democracia, desarrollo humano y ciudadanía (Homo Sapiens).

Actualmente, el programa que está llevando adelante esta iniciativa –denominado Auditoría Ciudadana– depende de la Subsecretaría para la Reforma Institucional y el Fortalecimiento de la Democracia, que dirige Marta Oyhanarte bajo la órbita de la Jefatura de Gabinete. Allí se está implementando este plan, que permite medir la “calidad” de las prácticas democráticas a nivel local, tomando algunos municipios seleccionados como experiencia piloto. “Decidimos comenzar por el nivel municipal porque consideramos que es un ámbito muy poco favorecido, a veces invisible, que depende mucho de la voluntad del gobierno nacional o de los mandatarios provinciales desde el punto de vista del financiamiento, y que a pesar de eso tiene mucha importancia para la vida cotidiana de los ciudadanos”, explica O’Donnell, que es asesor ad honorem del programa.

Las mediciones se realizan a través de encuestas a los ciudadanos, grupos focalizados, consultas en lugares especiales –por ejemplo, en las colas que se forman para pagar un servicio municipal– y también a través de foros ciudadanos, donde participan funcionarios, representantes de la sociedad civil y vecinos del municipio. “El equipo trabaja muy bien y es increíble las cosas que se ven a nivel local, la vitalidad y la voluntad de participar”, concluye O’Donnell.