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Para oír los destellos de un guitarrista genial

Oscar Alemán nació en el Chaco y triunfó en París. Acaban de editarse en Buenos Aires dos CD con grabaciones históricas.

 Por Diego Fischerman

Una frase atribuida por algunos a Louis Armstrong y por otros a Duke Ellington, hace referencia a que el jazz no es una música sino una manera de tocarla. Es posible que eso no lo haya dicho ninguno de los dos pero su condición de verdad resulta incuestionable cuando se la confronta, por ejemplo, con alguien como Oscar Alemán tocando “Bésame mucho”. Es cierto que allí aparecen una serie de bromas anacrónicas que hoy apenas resisten el mote de naïve (los besitos al micrófono, sus compañeros de grupo repitiendo las últimas palabras de cada estrofa, la voz del propio Alemán diciendo, amanerado, “bésame morochazo”), pero el toque del guitarrista, su manera de acentuar, los acordes siempre jugados tanto hacia el lado percusivo como al armónico, corresponden al jazz.
Oscar Alemán, nacido en Resistencia, Chaco, el 20 de febrero de 1909, músico desde niño, huérfano (su padre, integrante del Sexteto Moreira, en Brasil había saltado sobre un puente desde un tranvía en movimiento), refugiado en Santos, donde abría puertas de autos y compró su primer instrumento –un cavaquinho que conservó hasta su muerte, el 14 de octubre de 1980–, fue, además de guitarrista, bailarín, payaso, showman. Es decir: hombre del music-hall. Y, como en el caso de otros grandes artistas del jazz, su música debe buscarse en el medio de grabaciones con pianos desafinados, junto a partenaires mediocres y, en la mayoría de los casos, en un repertorio estandarizado y previsible (cuando no insoportable). Tal como sucede con esos pocos y brillantes compases de Bix Beiderbecke surgiendo de la maraña de convencionalismos de la orquesta de Paul Whiteman, Oscar Alemán es interesante a pesar de su música. Su genio no está en la totalidad sino en los destellos. Y en los dos discos que acaba de editar en Argentina Acqua Records, esas características son notorias. Uno de ellos, Grabaciones recuperadas es una antología con registros provenientes de distintas épocas y con distintas formaciones –aunque casi todas igualmente inciertas–. El otro, Oscar Alemán y los Cinco Caballeros, recoge lo grabado por el guitarrista en Buenos Aires, en 1965, junto a Casanova en violín, Barbera en piano, Mazza en contrabajo, Raguzza en batería y Mario Félix en clarinete (más el segundo clarinete de Gonzalito en “Muchacho chino” y “Eso que llaman amor” y una anónima orquesta que aparece en varias de los tomas). El sonido está admirablemente restaurado, la presentación es buena y la información escasa (aunque posiblemente no haya mucha más a disposición). Pero el atractivo, desde ya, es Alemán, en esos años en lo más alto de sus capacidades técnicas.
Alguna vez, Ellington, que lo escuchó en el Casino de París junto a Josephine Baker, quiso llevarlo para su banda. “Tengo seis trajes de escena y puedo ponerme cualquiera, pero no encuentro de la noche a la mañana un tipo que cante en español, en portugués, en italiano, que baile, que sea negro, que toque guitarra, cavaquinho, pandeiro, contrabajo, batería y que, además, sea buena persona. ¿Y vos me lo vas a sacar ahora?”, decía el guitarrista que le había contestado a Duke su patrona. Su carrera profesional había empezado a los quince años, junto al guitarrista Gastón Bueno Lobo, con quien formó el dúo Le Loupes que, en poco tiempo, se convirtió en el Trío Víctor con el agregado del gran violinista de tango Elvino Vardaro. En 1929, Harry Fleming, un bailarín negro de tap que estaba de paso por Buenos Aires, vio a Alemán en escena y lo contrató para una gira por Europa. Allí lo conoció Baker. Que para los franceses él sea una de las figuras más importantes del jazz de los años 30 y 40 y que se atrevan a compararlo con Django Reinhardt no es un dato menor acerca de la significación que tuvieron esos tiempos en París.
Además de estas históricas grabaciones editadas por Acqua, la obra de Oscar Alemán puede rastrearse en un total de cuatro CD: Oscar Alemán.L’Éclectique génie de la guitare, editado en 1994 por el sello francés Frémeaux, con grabaciones tomadas en Buenos Aires y París entre 1928 y 1943, incluyendo desde Le Loups al Quinteto de Swing pasando por la orquesta de Bill Coleman y del clarinetista Danny Polo, Oscar Alemán. Swing Guitar Masterpieces, un álbum doble que constituye la recopilación más completa del músico y que contiene registros que van de 1938 a 1957, y los dos volúmenes de El inolvidable Oscar Alemán , que recuperan la música de los tres LP que el guitarrista grabó en Argentina para el sello Redondel entre 1972 y 1980, con grabaciones junto a la orquesta de Jorge Anders y tomas caseras con el acompañamiento de Carlos Zaragoza.

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Oscar Alemán fue showman y bailarín además de músico.
Acqua Records publicó dos CD con registros de gran valor.
 
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