EL PAíS › RAFAGA DE ALIVIO EN LA ROSADA
Un pasito p’alante
Por Diego Schurman
Sólo augura unos rayos del sol para que sea definitivamente un día peronista. Por lo demás, Eduardo Duhalde está seguro de que su debut en el Congreso, donde realizará la apertura de las sesiones ordinarias, tendrá un calor que hace apenas unos días no imaginaba. Su optimismo no se limita al acuerdo alcanzado anoche con los gobernadores, sino lo que esto, a su vez, garantiza: la aprobación del Presupuesto, una mejor mirada en el FMI y la presencia más decidida de gente en la Plaza de la Esperanza.
Eduardo Amadeo, vocero presidencial, suele decir que la estrategia oficial es la del “paso a paso”. Siguiendo esa lógica, se podrá decir que Duhalde avanzó ayer un casillero. O, más a tono con la tiempos que corren, que pasó de pantalla.
El Presidente podrá sacar provecho de la situación, y dejar de lado esa sensación de debilidad que le producía tener tantos flancos abiertos. Cerrar trato con los gobernadores le significa un éxito en muchos sentidos:
u Cumple al menos uno de los compromisos asumidos con el FMI y hace menos utópica la posibilidad de que el organismo internacional de crédito se avenga –si bien no al giro inmediato de dinero– a la apertura formal de las negociaciones.
u Recupera protagonismo y la idea –aunque fuera en apariencias– de una conducción verticalista, tan necesaria y crucial dentro del peronismo que sin ella no habría posibilidad de administrar poder.
u Calma las aguas en la siempre conflictiva relación con los mandatarios provinciales, quienes lo resisten desde sus épocas de gobernador bonaerense.
Ordenar el frente interno no parece un tema menor. Duhalde nunca había logrado una señal de los gobernadores. Cuando buscó armar su gabinete no fueron pocos los que le dieron vuelta la cara y lo obligaron a conformar un equipo hegemonizado por bonaerenses.
Muestra de la voluntad de revertir esa imagen, hace unos días el Presidente volvió a ofrecerle al pampeano Rubén Marín la jefatura de Gabinete. Con el santacruceño Néstor Kirchner hubo una suerte de tregua (“yo no voy a ser una máquina de impedir”, le dijo), aunque tendrá que pasar el tiempo para cicatrizar la herida que significó el insistente reclamo de elecciones anticipadas.
En todo caso, Duhalde desconfía más de José Manuel De la Sota y Carlos Reutemann, quienes –uno por sus declaraciones y el otro por sus silencios– se muestran más preocupados por sus proyectos personales.
No obstante, en Gobierno dan por seguro que el acuerdo con los gobernadores debería derramar sobre el Congreso. Y por lo tanto confían que con el voto radical y peronista saldrá sin muchos cabildeos el nuevo Presupuesto.
Con ese entusiasmo, trabajaban anoche contra reloj el secretario privado de la Presidencia, José Pampuro, y un viejo escriba de Duhalde, Luis Verdi, para dar forma al discurso que el Presidente realizará en la apertura de las sesiones ordinarias, a la que espera llegar con el Presupuesto aprobado.
Allí explicará las razones del camino elegido, efectuará críticas implícitas al club de dolarizadores –Carlos Menem incluido– y regalará una serie de anuncios, sobre todo sociales, entre ellos su ya difundida propuesta para crear dos millones de puestos de trabajo.
A los seguros aplausos que le regalarán en el Congreso, donde los bonaerenses son mayoría, se sumarán las voces de apoyo de una plaza convocada originalmente para apuntalar a quien el martes dijo estar en medio de una “turbulencia” y que, de pronto, ayer pareció haber recuperado algo de estabilidad.