DISCOS › COOL BRITANNIA, UN DVD CON LO MEJOR DE LA MUSICA INGLESA
El living de Jools Holland
El programa del músico en la BBC sirve para repasar la historia reciente, con varias bandas que luego saltaron al estrellato.
Por Eduardo Fabregat
Todos quieren tocar allí. Mejor aún: todos quieren volver, lo cual tiene su peso si se tiene en cuenta que los músicos de rock siempre tienen sus reparos con el medio televisivo. Pero Later... with Jools Holland escapa a las generales de grupos predigeridos, actos de censura o playbacks obligados: desde 1992, en la noche profunda de la BBC, el pianista conduce un programa que sirve para dibujar con exactitud el mapa de eso llamado brit pop, presentando bandas anónimas que con el correr del tiempo terminan ocupando espacio en medios de todo el mundo. Es que Jools tiene dos cosas esenciales para el métier: olfato para reconocer el talento, y respeto para llevarlo a la pantalla. Cada noche a las 23, Holland presenta a cinco grupos, encabeza zapadas calenturientas –el escenario a veces aparece copado por una multitud de músicos– y exhibe, por añadidura, un instinto natural para la entrevista que corona la oferta. Así, entonces, puede entenderse el valor documental del DVD Cool Britannia (Warner), una cabalgata de más de 30 grupos que ayuda a entender por qué la música de Gran Bretaña es lo que es desde hace tanto tiempo.
¿Y quién es el tal Jools Holland? Nacido en Londres en enero de 1958, el músico formó parte de Squeeze, una de las bandas pioneras de la new wave de fines de los ’70. Pero su fanatismo por el blues y el boogie woogie lo llevó a formar la Rhythm & Blues Orchestra, combo demoledor con el que editó varias recopilaciones junto a amigos célebres, y que hasta le valió un reconocimiento de la reina de Inglaterra en junio de 2003. Para Holland, de todos modos, la música y las imágenes siempre fueron de la mano, como demuestra su documental The Police on Montserrat de 1980 o el ciclo televisivo The Tube, donde comenzó a forjar su leyenda de presentador/músico a quien nadie podría decirle que no.
De hecho, casi nadie lo hizo. Y el DVD Later... se encarga de demostrarlo: ordenado alfabéticamente, de la A de Ash a la T de Travis, el disco ofrece 34 performances de lo más granado de la música británica, retratando en más de un caso a los grupos en su momento más fresco, cuando todo estaba por hacerse y ni siquiera el legendario Top of the Pops reparaba en su existencia. Allí está Supergrass, por caso, tocando su primer hit Caught by the fuzz en 1995, o The Verve afirmando que The drugs don’t work en 1997, y las fugaces Elastica con su único éxito Connection en 1994, o los hoy célebres Franz Ferdinand alterando el escenario con la hiperkinética Take me out en noviembre del año pasado. Pero eso es sólo el comienzo, una de varias formas posibles de abordar un menú casi sin puntos flojos.
Entonces, se puede arrancar por Radiohead y la electrizante versión de The bends, cuando Thom Yorke y sus muchachos aún militaban en el pop de guitarras y no los había atacado la paranoia electrónica de fin de siglo. O preguntarse de qué planeta procede Jarvis Cocker, frente a la elegante actuación de 1995 presentando Disco 2000. Y por allí aparecen los inclasificables Cornershop, síntesis del pop inglés y la inmigración asiática encerrada en la encantadora Brimful of Asha, y Oasis rindiendo homenaje a The Beatles con I am the walrus (donde Liam Gallagher, que no puede con su genio, hace gala de ese desgano que lo lleva a ni preocuparse por momentos en afinar), y una actuación reciente de Primal Scream recordando Movin’ on up, y los oscuritos Echo and the Bunnymen con Nothing lasts forever. Y Coldplay (In my place), Morrissey (Boy racer), Super Furry Animals (Something for the weekend), The Beta Band (Human being), Paul Weller (Sunflower) y siguen las firmas.
Así planteado, Cool Britannia es mucho más que un simple muestrario o recopilación de la música inglesa. Relajados y bien contenidos por el programa de Jools (son bien explicativas las declaraciones de Travis, en un extra con entrevistas donde repasan todas sus apariciones en el programa), los músicos entregan performances únicas, que sirven paravalorar a cada uno en su punto justo: un disco puede ser corregido hasta el hartazgo, pero en la cancha se ven los pingos, y Holland se encarga de que cada músico tenga lo necesario para hacer lo suyo. Lo que queda claro, después de semejante festival, es que el hombre del piano se las arregló para que buena parte de la historia reciente de la música inglesa haya pasado por la pequeña pantalla. No es poca cosa.