DISCOS › ASI ES “HEATHEN”, EL NUEVO TRABAJO DE DAVID BOWIE
“Este es un disco ansioso”
Despegándose un poco del “modernismo” de sus últimas producciones, el inglés entrega canciones con un “pesimismo esperanzado”.
Por Roque Casciero
Gentil, pagano, idólatra, salvaje, ignorante, ateo, inculto, libertino, hedonista: éstas son las posibles traducciones del término inglés Heathen, que David Bowie estampó como título de su próximo álbum, con fecha de salida programada para el 11 de junio. “Un budista es un heathen, por ejemplo. Me gusta ese término porque es provocativo y se malentiende. La gente escuchará el álbum y tratará de entender por qué se llama así o sacará sus propias conclusiones...”, fue la justificación –ya que no explicación– del músico. El disco es, a la vez, una continuación de ciertos desarrollos sonoros que Bowie planteó en sus últimos trabajos (programaciones de última generación combinadas con la instrumentación usual del rock) y un retorno al pasado ilustre, con formatos de canción que pareció haber abandonado definitivamente hace décadas. Pese a que lo antedicho puede aparecer como negativo, en realidad produce el efecto contrario: Heathen es el álbum más consistente que Bowie ha publicado desde Scary monsters (1980).
En esta mejoría seguramente tuvo algo que ver la colaboración del productor Tony Visconti, figurita repetida en los mejores trabajos del cantante. Con él, más invitados de lujo como el guitarrista Pete Townshend y el baterista Dave Grohl (Nirvana, Foo Fighters), el ex Duque Blanco entrega una colección de canciones capaces de perdurar en la memoria, algo poco usual en los últimos tiempos. Hay varias candidatas a formar parte de algún futuro Best of: “Sunday” abre muy climática y sube el pulso mientras se mezclan dos voces, dos Bowies; “Cactus” es una muy buena versión del gran tema de los Pixies, una de las bandas favoritas del cantante; “Slip Away”, con sus referencias a una cancioncita infantil, es una de esas baladas de fogón que sólo Bowie puede convertir en himnos épicos; “I’ve been waiting for you” es un cover de Neil Young, pero suena tan personal como “Heroes” o “Ziggy Stardust”; y “Afraid” le saca lustre al costado pop rock del cantante.
Bowie afirma estar decepcionado de que el mundo se haya convertido en lo que imaginó en Diamond dogs (1973). “Los edificios cayendo, las bandas callejeras tomando el control, las previsiones negativas haciéndose realidad... Pero nada bueno ha pasado. Soy negativo, ¿no es cierto? Cuando pasó lo del 11 de setiembre, todo cambió. Dios, ¿qué hicimos? ¿Estamos por empezar la tercera guerra mundial? Fue una trompada en la cara. Fue horrible, atroz. Y las expectativas eran tan altas en los 90, parecía que cualquier cosa podría ser hecha en el nuevo siglo. Un nuevo comienzo, podemos hacer todo bien esta vez, y lo primero que pasa es esta tragedia. ¡Un verdadero nocaut!”, define. Por eso, esta vez se propuso filtrar un poco más de luz en sus composiciones. El resultado es que las letras trasunten una suerte de pesimismo esperanzado, la clase de pensamientos de quien ha vivido lo suficiente como para saber de la maldad y las tendencias autodestructivas de la humanidad, pero que conserva (o necesita conservar) la ilusión de un cambio. “Sueño con un futuro mejor”, canta en “A better future”, un tema que compuso con su hija de dos años en mente. “La mayoría de las canciones que escribí son para Alexandra (Zahara Jones) o a causa de ella”, aseguró. “Este es un álbum ansioso y cuestionador, pero quizá no hubiera desarrollado esta ansiedad o no hubiera estado tan inspirado sin ella.”
Por su hija, por los males del mundo, porque los astros se alinearon de modo especial o por lo que fuere, lo cierto es que Bowie confirma haber dejado atrás una etapa de confusión en la que parecía perseguir cualquier nueva tendencia que asomara en el panorama de la música... y llegar inexorablemente tarde. En Heathen se dedica exclusivamente a ser Bowie. Y eso es muy bueno, porque a nadie le sale tan bien como a él.