Miércoles, 9 de abril de 2008 | Hoy
ECONOMíA › LA RESERVA FEDERAL ADMITIó QUE SE VIENE UNA CAíDA DEL PIB
La banca central estadounidense reconoció por primera vez de manera oficial que la economía mostraría una contracción en el primer semestre. El FMI estimó que las pérdidas potenciales para los bancos llegan a 945 mil millones de dólares.
Por Tomás Lukin
Al compás de la catarata de datos económicos negativos que vienen siendo anunciados en Estados Unidos, la Reserva Federal se ajusta cada vez más el cinturón. Sin precisar números, el organismo difundió que se está preparando para una contracción del crecimiento en el primer semestre del año que será seguida por una lenta recuperación en el segundo. Las malas noticias siguen apareciendo al por mayor, pero dejaron de ser una novedad. Los mercados parecen haberse acostumbrado a la situación y la certidumbre de que “están mal” contiene las reacciones frente a estos anuncios.
La definición estadística de recesión en Estados Unidos es dos trimestres consecutivos de contracción del PIB. Aunque el titular de la Fed, Ben Bernanke, ya había reconocido la semana pasada que una recesión era posible, esta es la primera vez que el organismo norteamericano prevé oficialmente este escenario. Pero altos funcionarios de la Fed vislumbran una situación peor: “Una desaceleración prolongada y severa, producto de las nuevas restricciones al crédito y la debilidad del mercado inmobiliario”, indicaron ayer. Para la Fed hay pocas señales que indiquen la estabilización de este sector.
El Fondo Monetario Internacional no quiere quedarse atrás, aunque, como sostiene el economista Roberto Frenkel, “el FMI no ha jugado un papel relevante en la discusión de los desbalances globales, a pesar de que el tema se encuentra en el corazón mismo de su visión institucional”. El organismo difundió ayer que las pérdidas potenciales de los bancos que tienen papeles de Estados Unidos ascienden a 945 mil millones de dólares.
“La actual turbulencia no es una mera circunstancia relacionada con la liquidez, sino más bien un reflejo de fragilidades fundamentales en los balances y una capitalización deficiente, y eso significa que los efectos van a ser más amplios, profundos y prolongados”, advierte en su informe semestral el organismo presidido por Dominique Strauss-Kahn.
Como esta vez nadie le echa la culpa, el Fondo salió a pegarle a todos para ver si se puede hacer un lugar en la discusión. Para el FMI se trata de una “falla colectiva”: la baja supervisión financiera de la Fed y las agencias reguladoras llevaron a los bancos y los inversores a asumir riesgos excesivos confiados en la intervención del banco central para resolver sus problemas. “Históricamente el fondo ha sido una institución enfocada en los países en desarrollo”, comenta Frenkel, y agrega que “estos problemas deberían tratarse en el foro multilateral del organismo, pero no sucede así porque el gobierno de Estados Unidos no tiene la intención de someter esta cuestión a la consideración de la institución multilateral, pese a poseer poder de voto y veto”.
Pero las advertencias del organismo no se limitan a la principal economía mundial. Con la audacia que los caracteriza, el FMI y el Banco Mundial estimaron ayer que la mayoría de los países pobres del planeta no logrará completar para 2015 los objetivos de desarrollo fijados por las Naciones Unidas: reducir la extrema pobreza y el hambre, asegurar la educación primaria, promover la igualdad de género, reducir la mortalidad infantil, combatir el sida y la malaria, asegurar un medio ambiente durable, entre otros. El presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, se manifestó “particularmente preocupado” por la posibilidad de que se fracase en el objetivo de reducir el hambre y la desnutrición.
Más allá de las acusaciones del Fondo, el culpable del surgimiento y explosión de la burbuja inmobiliaria es para muchos otros Alan Greenspan, quien estuvo a cargo de la Fed durante dieciocho años. Cansado de las críticas, el veterano economista de 82 años salió a defender su legado y aseguró que no se arrepiente de ninguna medida. “Me elogiaban por cosas que no había hecho. Y ahora me acusan de cosas que tampoco hice.” Lo culpan porque al haber bajado mucho las tasas de interés por tiempo prolongado y al no ser partidario de las leyes de regulación del crédito, sobreestimuló la demanda y facilitó la aparición masiva de créditos de baja calidad. Aunque Greenspan reconoce que un mayor control podría haber ahorrado problemas con las hipotecas de alto riesgo, para él las burbujas son una característica inevitable de las economías dinámicas y ninguna política sensata podría haber prevenido la debacle inmobiliaria.
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