Miércoles, 20 de octubre de 2010 | Hoy
ECONOMíA › EL FONDO CONDENA LAS POLíTICAS DE INTERVENCIóN PúBLICA Y RECOMIENDA ENFRIAR LA DEMANDA Y AJUSTAR EL GASTO
El informe del FMI referido a la situación de Argentina y Latinoamérica condena las políticas de intervención pública, a las que adjudica “restringir el potencial de crecimiento” y provocar “fragilidad fiscal y financiera”. Para el Fondo, la crisis en Estados Unidos y Europa no pasó.
Por Tomás Lukin
Ajustar el gasto público, enfriar la demanda, fortalecer el clima de negocios y permitir volatilidad y apreciación del tipo de cambio son las características salientes de la combinación de políticas económicas que reclama el Fondo Monetario Internacional (FMI) para Argentina y América latina. En su informe sobre el continente americano difundido ayer, el organismo multilateral asegura que esas recomendaciones buscan evitar que el dinamismo que exhiben las economías de la región termine siendo “insostenible”. Para eso propone desarticular algunos de los pilares macroeconómicos que permitieron atravesar la crisis financiera internacional en mejores condiciones que los países desarrollados y utilizar las mismas herramientas recesivas que profundizaron la debacle en países como Grecia, España, Portugal, Islandia, Letonia, Hungría, Ucrania y Rumania. En ese escenario, el organismo reclama a la Argentina que “avance en los esfuerzos para regularizar las relaciones con los acreedores externos”.
Desde la visión del FMI, el de-sempeño de la región es muy bueno, pero las políticas activas de intervención del Estado “están restringiendo el potencial de crecimiento de las economías y exponiéndolas a mayor fragilidad fiscal y financiera”. Para evitar que las condiciones favorables terminen convirtiéndose en una “trampa” y un estallido inflacionario, la respuesta del organismo es proponer la retirada del Estado y las políticas de estímulo fiscal. A pesar de la evidencia empírica europea reciente sobre las consecuencias del ajuste presupuestario, el director del Hemisferio occidental del Fondo, Nicolás Eyzaguirre, consideró que “el sector público debe ser lo más austero posible”.
El segundo eje que reclama el organismo multilateral es que los países no intervengan en el mercado de cambio, permitiendo la volatilidad y apreciación de la moneda ante la abundante entrada de divisas por las vías comercial y financiera. “Los países deben evitar fijar un tipo de cambio excesivamente alto”, apuntó Eyzaguirre, complementando el informe presentado ayer, donde el FMI reclama que los países de la región permitan que la cotización del dólar en el mercado local se ajuste libremente.
El reclamo apunta directamente a desarticular los regímenes de tipo de cambio real competitivo y estable y los procesos de acumulación de reservas internacionales que persiguieron algunas economías de la región como Argentina. La intervención en el mercado de cambio para evitar la volatilidad y asegurar la preservación de la competitividad externa fue uno de los pilares de la economía local (y de otros países sudamericanos) que permitió preservar el superávit en cuenta corriente, así como crear un número significativo de puestos de trabajo. Esa política permitió marcar un quiebre con la década del noventa, cuando los déficit en cuenta corriente fueron la forma de inserción internacional de las economías en desarrollo. “Seguimos una estrategia de autoaseguramiento, de intervención en el mercado de divisas acumulando reservas para evitar el atraso cambiario, en parte porque no existe un prestamista de última instancia que no imponga condicionamientos recesivos”, apuntaron desde el Ministerio de Economía.
El Fondo considera que el crecimiento de aquellos países de la región que tienen un acceso restringido a los mercados de capitales internacionales como Argentina está explicado fundamentalmente por el vínculo comercial con Brasil y la recuperación del sector agropecuario luego de la sequía de 2009. Mientras tanto, “las políticas de estímulo fiscal y monetario están impulsando la demanda y contribuyendo a elevar la inflación”.
“El FMI no cambió nada, sigue con la misma mentalidad ortodoxa contractiva de siempre. Propone políticas contractivas como el ajuste del gasto público y el consumo para hacer frente a la inflación, cuando el fenómeno no está causado por la demanda ni la emisión de dinero”, cuestionaron desde el directorio del Banco Central. Al mismo tiempo, en la autoridad monetaria recordaron “los continuos desaciertos en las proyecciones e interpretaciones del Fondo sobre la economía de Argentina”. En la lógica del organismo multilateral, políticas redistributivas como la Asignación Universal por Hijo o la preservación durante la crisis de 147 mil puestos de trabajo con subsidios como el Repro, debilitan la sustentabilidad fiscal, ya que “impulsan la demanda y contribuyen a elevar la inflación”. Para evitar caer en la trampa a la que conducen las políticas de estímulo fiscal y monetario, el Fondo reclama que Argentina “fortalezca el clima de negocios” y “avance en los esfuerzos para regularizar las relaciones con los acreedores”.
La mención se refiere, básicamente, a la deuda en default con los países miembro del Club de París, negociación que requeriría la intervención del organismo. A pesar del reclamo del organismo, el nivel de deuda pública nacional bruta es uno de los más bajos de la región: representa el 48,6 por ciento del PIB y si se consideran solamente las tenencias en manos del sector privado la relación cae hasta el 17,2 por ciento del producto.
Las publicaciones del Fondo y las declaraciones de sus directivos evidencian la ausencia de debate alrededor de la estructura de poder de los organismos multilaterales de crédito. Y la continuidad de la misma postura ideológica neoliberal que impulsa las condicionalidades ortodoxas en sus paquetes de rescate financiero.
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