Miércoles, 20 de octubre de 2010 | Hoy
ECONOMíA › OPINIóN
Por Mario Wainfeld
El proyecto referido a la producción del papel para diarios, enviado por el Ejecutivo al Congreso, era parco hasta la sequedad. Un haiku legislativo, comentó este cronista. El secretario legal y técnico Carlos Zannini extremó el minimalismo, al que es afecto. Una ley regulatoria, sobre un mercado concentrado y viscoso, constreñida en un puñadito de artículos, no era una propuesta acabada pero sí un mensaje político. El ascetismo respondía a una doble intención. La más conspicua era acelerar el trámite, tras la presentación del informe sobre Papel Prensa. La segunda, también clara para quien supiera leerla, era abrir la puerta al debate, a la participación de diputados opositores en la confección de un proyecto más redondo. Las intenciones del boceto oficial se cifraban (se resumían) en el artículo primero: la declaración de interés público. El resto era follaje, cuestiones de forma, detalles.
Se emitió una señal al centroizquierda, opositor o eventual aliado: se abría una instancia para redondear una propuesta conjunta, elaborada, con aportes sustantivos desde “afuera” del oficialismo. La diputada oficialista Juliana Di Tullio ejercitó el optimismo de la voluntad, que abunda en el Frente para la Victoria (FpV). También desplegó dotes y conductas menos habituales en las huestes kirchneristas: abrió el juego y la oreja. Se acercaron posiciones con Proyecto Sur, primero con la diputada Alcira Argumedo. En la semana pasada, Agustín Rossi (titular de la bancada del FpV) arrimó aún más el bochín con el diputado Claudio Lozano. Las dos partes negociaban, avanzaban, se recelaban también.
La diputada Cecilia Merchán redactó un proyecto alternativo, que le agregó carnadura al espinazo del artículo primero. Rossi consiguió la semana pasada que el tema pasara a un plenario de cinco comisiones que se concretó ayer. Una representación vasta, como que había 153 diputados, más de los que hacen falta para aprobar una ley en el recinto.
Tras conjugar un mix en el que prevaleció el proyecto Merchán (más refinado, regulador y preciso), la moción consiguió mayoría a pesar del emblocamiento del Grupo “A”, donde priman los ultraclarinistas sobre los tibios.
Con el dictamen aprobado, el proyecto puede pasar al recinto, lo que ocurrirá en este período legislativo, pasadas dos semanas, si sus promotores consiguen quórum. El Grupo “A”, seguramente, tratará de impedirlo. De todos modos, el tratamiento es posible, aunque nada es seguro en el Congreso actual. Deben conjugarse varios factores, el primero es que el oficialismo conserve su disciplina y el concurso de sus aliados o compañeros de ruta del centroizquierda, que ayer aportaron toda su fuerza. El segundo, que el bloque de Proyecto Sur sume su número, que sería decisivo.
En cualquier caso, el ejemplo es interesante, como suelen serlo las iniciativas que motoriza el oficialismo, propiciando la intervención de otros partidos, sin encerrarse en su redil ni pedir aprobaciones a libro cerrado. Así fueron sus mejores trances parlamentarios durante el mandato de Cristina Fernández de Kirchner: sistema de reparto, ley de medios, movilidad jubilatoria, matrimonio igualitario. Lo de ayer, por ahora, es un avance en el mismo camino.
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