Miércoles, 20 de octubre de 2010 | Hoy
EL MUNDO › OPINIóN
Por Washington Uranga
Según Angela Merkel, la canciller alemana, el modelo de sociedad multicultural “fracasó totalmente” y ello es argumento más que suficiente para proclamar que quien no acepta los “valores” de la cultura dominante (no lo dijo en estos términos, pero sí en este sentido) “no tiene lugar” en la sociedad alemana. Puede parecer brutal. Y lo es. Pero en todo caso la canciller alemana ha cometido un suerte de “sincericidio” expresando lo que otros dirigentes de diferentes naciones europeas vienen aplicando en la práctica desde hace mucho tiempo. ¿O acaso Francia, Bélgica, Noruega, Dinamarca, Suecia, Holanda, Austria, Suiza o Italia no ejecutan políticas discriminatarios para los migrantes que apuntan en el mismo sentido? E incluso más amplio: ¿no existen movimientos en Europa que señalan a los inmigrantes como la causa de su crisis y exaltan la “pureza” de sus propias raíces culturales? Los argentinos nos estamos acostumbrando a que nuestros ciudadanos y ciudadanas, por motivos distintos o por ningún motivo, sean rechazados o expulsados de la “madre patria”. El gobierno que se dice progresista del Partido Socialista Español no tiene ni siquiera mala conciencia para segregar y expulsar sin razones. Como sostiene Angela Merkel, la multiculturalidad “fracasó totalmente”. Y lo explica bien. “Vinieron como mano de obra –dice– y pensamos que se irían.” ¡Oh! Sorpresa... Se quedaron y son diferentes.
A caballo de la globalización, una de las características del tiempo que vivimos es precisamente la aceleración y profundización de las corrientes migratorias. En ese marco la aceptación de la multiculturalidad, partiendo de la base de la cohabitación de diferentes culturas, como consecuencia directa, el reconocimiento de la diversidad y de la pluralidad como una riqueza deberían ser moneda corriente. Somos diferentes, vivimos en el mismo mundo-espacio y nos enriquecemos en el diálogo intercultural.
No. El criterio es otro. Conservador y autoritario. Fuera los diferentes, que también puede traducirse en lejos los pobres, los marginados, los que tienen otras capacidades. Merkel lo dijo con claridad expresando el sentir del “primer mundo” y de otros lideres que actúan, sea construyendo muros legales, simbólicos, políticos o materiales. En todo caso: muros. Sin importar la forma. En el mundo que se dice globalizado e hipercomunicado, construir más muros y segregar más personas. ¿Tendrá algo que ver esto con los derechos humanos?
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