Martes, 31 de mayo de 2011 | Hoy
ECONOMíA › FUERTE EXPANSIóN DE LA PRODUCCIóN DE ELECTRóNICOS EN TIERRA DEL FUEGO A PARTIR DE LA LEY DE 2009
Con la ley de electrónicos, que provocó la reacción de importadores alertando sobre desabastecimiento y suba de precios, la producción tuvo un alza impactante. La crítica apunta a una industria “de enclave”.
Por Javier Lewkowicz
La participación de los celulares fabricados en Tierra del Fuego en el mercado local, a partir de la sanción en 2009 de la ley de electrónicos y de las posibilidades generadas por la expansión de la economía, aumentó del 4 al 50 por ciento. Un avance similar se registró en los monitores LCD, las notebooks y netbooks y las computadoras personales. A diferencia de los pronósticos fatalistas que se esgrimieron para frenar la ley, los precios internos no se dispararon y la dinámica del incremento del consumo y de la competencia entre empresas se mantuvo. La industria ensambla componentes importados de alto valor agregado que requieren escalas considerables de fabricación para amortizar los costos de investigación y desarrollo. Las empresas, a su vez, tienen estrictos controles de calidad, por lo que es complicado elevar el grado de integración nacional. Aun así, la industria tiene impacto positivo en el empleo y en el nivel de actividad económica de la isla. Por eso, analistas reconocen la virtud del crecimiento pero advierten límites difíciles de superar para que la producción fueguina aumente su tracción sobre el resto de la economía y despegue de su situación de industria “de enclave”.
El régimen de promoción fiscal en Tierra del Fuego comenzó en 1972 con la desgravación de IVA y Ganancias. Se buscó impulsar la actividad económica en la isla desde una óptica geopolítica, ante la posibilidad latente de un conflicto territorial con Chile. Posteriormente, en los ’90 el Mercosur permitió la continuidad de los regímenes aduaneros especiales tanto en Argentina como en Brasil. Para equiparar el tratamiento impositivo de la isla al que reciben las empresas en Manaos (Brasil), en noviembre de 2009 se sancionó la ley de electrónicos, que gravó con impuestos internos una serie de productos finales. A esos mismos productos ensamblados en Tierra del Fuego se les redujo por decreto la alícuota de 17,0 a 6,6 por ciento. Se penalizaron así los artículos importados y se benefició a los fabricados en territorio fueguino. Además, varios productos electrónicos cuentan con licencias no automáticas de importación, que limitan la competencia externa.
Desde la sanción de la ley diversas empresas ensambladoras de electrónicos anunciaron inversiones por 360 millones de dólares y el empleo directo en la industria pasó de 4000 a 9000 puestos, con un impacto también muy relevante en el empleo indirecto. Para cubrir la demanda de mano de obra muchos trabajadores viajan desde el continente a instalarse en la isla, con salarios que rondan entre 6000 y 7000 pesos. Las firmas también contratan ingenieros argentinos y utilizan tecnología de frontera, porque son procesos certificados por las grandes marcas, que otorgan la garantía global por el producto.
En teléfonos celulares, la producción nacional pasó de 400 mil unidades en 2009 a más de 5 millones en 2010. Samsung este año fabricará en la isla la totalidad de los aparatos que vende en el país. Por su parte, BGH y Nokia anunciaron inversiones por 136 millones de dólares para triplicar su producción y generar 376 puestos de trabajo, mientras que Brighstar adelantó que duplicará su producción. En tanto, la producción de monitores LCD para computadoras pasó de 4996 unidades en 2009 a más de 400 mil en 2011. Según los proyectos ya aprobados por Industria, el año que viene se producirán casi 7 millones de notebooks y netbooks. En el caso de las computadoras personales, entre 2006 y 2010 la producción aumentó más de 48 veces, de 6000 a casi 300.000 unidades, y para 2011 se espera que la producción aumente 7 veces más, superando los 2 millones de unidades anuales. Por su parte, las cadenas de electrodomésticos Frávega y Garbarino anunciaron que fabricarán 100 mil computadoras tablets cada una, y otro tanto producirá Samsung.
“Nuestro objetivo es consolidar Tierra del Fuego como polo tecnológico y profundizar la agregación de valor de nuestra industria”, indicó la titular de la cartera industrial, Débora Giorgi, a Página/12. Un punto central para la evaluación del régimen es el nivel de integración local. En Industria aseguran que sólo el 30 por ciento del valor del producto al salir de la fábrica es importado. Analistas privados consultados consideran que ese valor es bastante mayor, y que buena parte de los costos nacionales imputados son sólo márgenes de comercialización.
Las plantas fueguinas reciben los insumos electrónicos en su gran mayoría importados desde Asia, las máquinas los ensamblan, se realiza el chequeo de funcionamiento, se empaqueta el producto junto con el manual de instrucciones y se envía al continente. Cada proyecto de inversión debe conseguir la aprobación del Ministerio de Industria, que también diseña junto a las empresas la secuencia del proceso productivo de cada producto. El Gobierno usa esas herramientas para presionar a las firmas para que utilicen proveedores nacionales.
Sin embargo, hay diversos inconvenientes que complican la posibilidad de integrar más partes nacionales. No está desarrollada una industria proveedora en la isla, de manera que los insumos deben ser adquiridos al continente, lo que implica importantes costos de traslado. A su vez, las empresas, para otorgar las garantías y las licencias de fabricación, impiden que se sustituyan piezas importadas, aunque tengan capacidad de reemplazo por la industria local. Una experiencia exitosa es la fabricación nacional de memorias RAM y de componentes plásticos, como las carcazas de ciertos productos. En cuanto a los componentes de mayor contenido tecnológico, como los microchips, su fabricación competitiva se hace en escalas enormes, porque requieren altos costos de investigación y desarrollo y tienen un período de recambio relativamente corto.
Algunos analistas críticos del régimen indican que la mejor política industrial es aquella que, si finalizara la promoción estatal, la actividad junto con otras ramas conexas estimuladas a partir de la industria “madre” lograría permanecer y competir sin apoyo público. En cambio, en el caso de Tierra del Fuego, las fábricas electrónicas no resistirían la eliminación de la desgravación impositiva, lo que sumado a su escasa tracción hacia el resto del entramado industrial, definiría el caso de una industria “de enclave”.
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