Martes, 31 de mayo de 2011 | Hoy
SOCIEDAD › OPINIóN
Por Martina Isabel Forns *
Si no hubiera leído la nota de Página/12, donde la periodista Mariana Carbajal recuerda que el vocal de la Suprema Corte de Justicia de Tucumán René Mario Goane fue denunciado como un juez “inhabilitado éticamente” por su desempeño durante la dictadura, habría pensado que es un provocador por sus expresiones discriminatorias hacia las trabajadoras judiciales.
Sin embargo, al leer sus antecedentes y las denuncias que ha tenido no puedo menos que pensar en cómo aún sobreviven esta clase de jueces; sin duda, existe una deuda de los órganos de enjuiciamiento o un silencio cómplice de quienes toleran que aún en la Argentina quienes juzgan no respeten la Constitución Nacional y los tratados internacionales que el país ha suscripto, o que no sean “jueces/as que se parezcan a su pueblo” como pregona Julio Piumato, titular de la Unión del Personal del Poder Judicial.
Cuando René Mario Goane dice que desde la Oficina de la Mujer se discrimina a los varones, también pensé que quizá no había entendido la parte del curso, dirigido a los magistrados, en que la ministra Carmen Argibay y el residente del Sistema de Naciones Unidas en la Argentina, Martín Santiago, claramente señalan que se ha trabajado para crear una herramienta que permita a los diferentes actores del sistema de Justicia hacer esta necesaria reflexión conjunta para desterrar en toda práctica y/o relación, cualquier sesgo patriarcal que reproduzca la desigualdad entre sexos, para implementar medidas efectivas que promuevan la igualdad entre hombres y mujeres.
No se trata de una competencia entre los jueces que juegan al fútbol, tenis, golf, etc., a la hora de la siesta versus las mujeres que en ese horario almorzamos y trabajamos para ir rápido a cuidar a nuestros hijos y hacer una tesis doctoral. La moderna perspectiva de género está atravesada por una nueva mirada desde la cual se reelaboran los conceptos de hombre y mujer, sus roles en la familia y la sociedad, y las relaciones entre ambos; la igualdad tiene como premisa el reconocimiento de la diversidad, los seres humanos somos diferentes entre sí, pero debemos ser tratados de la misma forma siempre que se trate de una misma situación de hecho.
Tampoco Goane ha leído la página web de la Oficina de la Mujer con los resultados que se han obtenido para entender que existe un Poder Judicial donde se registra el llamado “techo de cristal” (las mujeres no ocupan proporcionalmente cargos de jerarquía), ni los escalofriantes números que arroja la Oficina de Violencia Doméstica a cargo de la ministra Elena Highton de Nolasco, que ha registrado 16 mil denuncias de violencia contra la mujer, y los periódicos y noticias que todos los días dan cuenta de violencia verbal, física, psíquica, económica, etc., contra mujeres.
Muy seguramente existirán aún muchos colegas e integrantes del Poder Judicial que se perfilan en esa sospechosa categoría discriminadora; los invito a recorrer el camino de esta capacitación conjunta, sobre todo porque estoy convencida de que tener una perspectiva de género es uno de los pilares más importantes para erradicar la violencia desatada hacia la mujer, en la sociedad que integramos los/las jueces y juezas.
Las disculpas que hizo públicas René Mario Goane no son suficientes porque suenan a un arrepentimiento formal y no sincero, ya que el sector de la corporación judicial de varones en la que se incluye sigue pensando sustancialmente de la misma manera. La verdadera marcha atrás es la realización de acciones positivas desde esta perspectiva de género en cada lugar de trabajo, en este caso el Poder Judicial.
Ya dijo la Corte Suprema, en el año 2000, que toda discriminación con base en el sexo resulta “moral y jurídicamente abominable...”.
* Jueza federal de San Martín. Capacitadora de la Oficina de la Mujer de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
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