La automotriz Fiat dio marcha atrás ayer con la suspensión de 400 trabajadores que había comunicado el día anterior. La principal razón fue que Brasil destrabó el ingreso de 7000 autos de esa marca retenidos en la frontera y descomprimió una acumulación de stock que empezaba a sufrir la compañía. Casi a la misma hora en que se conocía esa noticia, otra gran empresa del sector industrial, en este caso la textil Alpargatas, anunciaba el parate por una semana de sus plantas en seis provincias. La modalidad dominante será el adelanto de vacaciones a 2500 operarios, quienes de ese modo no sufrirán recortes en sus ingresos, y la suspensión de otros 200, que ya habían pasado antes por esa situación y ahora cobrarán el 75 por ciento de su haber por ese período. La empresa, controlada por la brasileña Camargo Correa, atribuyó la medida a una caída “estacional” en las ventas y a la necesidad de ajustar sus proyecciones de producción.

Aunque a priori los casos de Fiat y Alpargatas parecen derivaciones locales de la crisis internacional, las situaciones son distintas. La automotriz, que ayer dio la buena noticia del levantamiento de la suspensión de un turno de producción en su fábrica de Córdoba, curiosamente es la que tiene un panorama más complicado. Esto se debe a que la terminal exporta el 85 por ciento de su producción a Brasil. El alto grado de dependencia con ese mercado la expone a diversos riesgos. El primero es que caiga la demanda de vehículos desde ese país, visiblemente más afectado que Argentina por la debacle financiera global. Las proyecciones de crecimiento de la economía brasileña se vienen achicando tanto para este año (a 3,5 por ciento) como para el próximo (a 3,7). A la vez, las ventas de 0 kilómetro se desaceleraron en los últimos dos meses. En septiembre cayeron 4,8 por ciento contra agosto y subieron apenas 1,5 en la comparación interanual, luego de aumentos de 10 puntos en el primer semestre.

La segunda complicación son las trabas en el comercio que aparecen entre Argentina y Brasil. Si bien ya no existe una situación de conflicto abierto como hace tres meses, ambos países aplican licencias no automáticas de importación y distintos mecanismos para regular la entrada de bienes, a fin de resguardar la producción nacional. A Fiat le toca lidiar con los obstáculos que pone Brasil. En las últimas semanas la terminal acumuló en la frontera con el país vecino 7000 unidades que no lograba ingresar. Esa situación impactaba sobre los costos por una ampliación de stocks. La otra causa que presentaba la compañía para la suspensión de 400 trabajadores era que la Aduana argentina estaba demorando el ingreso de autopartes importadas, lo que también complicaba la producción de los modelos Siena y Palio. A esto se sumaba que en la planta de Córdoba se están adaptando líneas de montaje para el comienzo de producción de un nuevo modelo.

La ministra de Industria, Débora Giorgi, se comunicó anteayer tres veces con su par brasileño, Fernando Pimentel, para destrabar el principal de los problemas: los autos retenidos en la frontera. Anteanoche, ya tarde, Brasilia concedió la licencia para los 7000 vehículos. La Aduana argentina, a su vez, facilitó el ingreso de las autopartes. Con esos cambios en el escenario, la empresa anunció ayer que dejaba sin efecto las suspensiones.

“Habíamos suspendido a 400 sobre seis mil. Ahora están todos reincorporados. Vamos a ver qué dice la demanda en el futuro”, dijo el presidente de la firma, Cristiano Rattazzi, desde Venado Tuerto, Santa Fe, adonde participó del acto por el lanzamiento del plan industrial 2020. “Por ahora no se siente el problema de Brasil, pero la situación es preocupante”, se sumó Antonio Caló, de la UOM, en el mismo lugar. Luego comparó la situación actual con la de 2001. “Hace diez años teníamos 60 mil afiliados y ahora tenemos 250 mil. Y en Venado Tuerto eran 200 y ahora son dos mil”, dijo el metalúrgico.

Alpargatas no

La productora de textiles y zapatillas no logró resolver sus problemas y ayer comunicó el adelanto de vacaciones por una semana de 2500 trabajadores, de las plantas de Tucumán, Catamarca, San Luis, La Pampa y Corrientes, y la suspensión de otros 200, de la fábrica de Florencio Varela, en el conurbano bonaerense. Estos últimos ya habían pasado antes por el adelanto de licencias y la empresa no contaba con ese recurso. La compañía aclaró que otros 3000 operarios continúan con su actividad normal. Las medidas fueron consensuadas con la Asociación Obrera Textil.

Alpargatas es controlada por la paulista Camargo Correa, también dueña en Argentina de la cementera Loma Negra. Se trata de uno de los holdings industriales más importantes de Brasil, con buena llegada al Gobierno y a la burocracia de ese país. De ahí que su mayor problema no son las trabas para exportar, que logra resolver con rapidez cuando aparecen. El comunicado oficial de la compañía atribuye las paradas de plantas a una situación de “estacionalidad en los negocios”. Fuentes sindicales y del Gobierno indicaron que la empresa tuvo problemas con distintos modelos de zapatillas Topper, que no tuvieron la aceptación esperada y eso obligó a replantear los planes de negocios. También dijeron que una situación similar se produjo el año pasado. Fuentes del mercado agregaron que el consumo global de calzados no está disminuyendo, sino que en todo caso hay un desplazamiento hacia otras marcas y a productos importados de China, India y Brasil. Es decir, las dificultades de Alpargatas no son una retracción del mercado interno por la crisis mundial ni el peso de la relación con Brasil, sino que surgieron de su propia actividad comercial.