Miércoles, 5 de octubre de 2011 | Hoy
EL MUNDO › OPINIóN
Por Norberto R. Méndez *
El presidente de la Autoridad Palestina reclamó en la Asamblea General de las Naciones Unidas el reconocimiento de Palestina como estado libre e independiente con las fronteras de 1967. Estos límites fueron tomados como sobreentendidos por los cientos de estados miembro que apoyaron esa solicitud. Sin embargo, las líneas de 1967 no tienen una marcación precisa y unívoca, por lo cual reintroducen un tema aún en disputa.
En 1967, cuando Egipto, Jordania y Siria perdieron la guerra contra el Estado de Israel, Palestina no participó de esa guerra ya que no existía como estado y por lo tanto no podía hablarse siquiera de fronteras, uno de los elementos básicos en toda configuración estatal. Como fruto de esta guerra, Israel duplicó su territorio: ocupó el Sinaí egipcio, la Franja de Gaza (administrada por Egipto), la Cisjordania anexada por Jordania en 1950 y también ocupó y anexó Jerusalén oriental. Tras el triunfo militar israelí, el Consejo de Seguridad de la ONU libró la resolución 242, que dice, en la versión castellana “...exige la instauración de una paz justa y perdurable en Medio Oriente”, que pasa por “la retirada del ejército israelí de territorios ocupados (en la versión inglesa sólo se habla de territorio) durante el reciente conflicto” y el “respeto y reconocimiento de la soberanía y la integridad territorial y la independencia política de cada estado de la región, y su derecho a vivir en paz en el interior de fronteras reconocidas y seguras, al abrigo de amenazas y actos de fuerza”. No se encuentra en este texto una especificación concreta de cuáles son las “fronteras reconocidas y seguras” de “cada estado de la región” y en lo que nos atañe, es bien clara la referencia a estados, y ya dijimos que Palestina no lo era. Los estados de la región a los cuales se alude seguramente eran Egipto, Jordania, Siria e Israel, los cuales eran reconocidos como estados por la comunidad internacional desde su independencia. Sin embargo, sus límites originarios ya habían sido modificados como consecuencia de una guerra anterior, la de 1948, y a partir de 1949 la línea de cese del fuego acordada constituyó la frontera de facto que los estados árabes no consideraron definitiva.
Mucho después, en 1988, en medio de la primera Intifada, los palestinos produjeron un giro fundamental cuando la OLP declarara unilateralmente un estado palestino independiente que comprendía Cisjordania y Gaza con las fronteras de la línea de cese del fuego de 1967, con Jerusalén oriental como capital. Implícitamente, esta decisión significaba asimismo el reconocimiento del Estado de Israel. Fue la primera vez que los palestinos aceptaron la realidad de que Israel estaba para quedarse y que ya no tenía sentido la intención primigenia de “arrojar a los judíos al mar”. Era la propuesta realista de una nación que buscaba constituirse como estado, con todos sus atributos. Una gran victoria para la posición palestina fue una resolución de la ONU de diciembre de 1988 en la cual se afirmaba que tomaba nota de la declaración palestina. Pero el poderoso Israel ni prestó atención a este ofrecimiento de los dirigentes de un movimiento político al cual consideraba como una banda de terroristas. Se perdió una gran oportunidad para la paz en Medio Oriente.
Las conversaciones de paz iniciadas en 1991 sólo mencionaban que las fronteras eran parte de las negociaciones entre Israel y los estados árabes, pero desde 1993, acuerdo de Oslo mediante, los palestinos alcanzaron el estatus de Autoridad Palestina, con sus propias instituciones, agencias y otros signos claros de estatalidad, pero el elemento primordial, un territorio con fronteras reconocidas, todavía se presentaba esquivo ya que en las tratativas se dejaba el tema para una etapa final.
En realidad, mediante la política y no la juridicidad, las fronteras de 1967 recibirían el primer espaldarazo cuando el presidente norteamericano Obama afirmara taxativamente, en su visita a El Cairo en junio de 2009, que EE.UU. abogaba por la postura de dos Estados para dos pueblos, el Estado de Israel y Palestina, con sus fronteras de 1967.
Pero durante la reciente Asamblea de las Naciones Unidas de setiembre de 2011, Obama daría un viraje totalmente sesgado hacia Israel, expresando que un reconocimiento por la ONU de un estado palestino con las fronteras de 1967 sería perjudicial para la seguridad de Israel y para el encarrilamiento de las negociaciones interrumpidas.
El premier israelí Netanyahu no sólo rechazó el reconocimiento palestino sino que además aclaró (como muchas veces lo había hecho anteriormente) que las fronteras de 1967 eran extemporáneas e inaceptables para garantizar la seguridad de Israel.
Por lo tanto, aunque finalmente se lograra en la ONU un estado palestino libre e independiente con las fronteras de 1967, Israel volvería a plantear que además de su seguridad, ni la resolución 242 ni las posteriores, ni las negociaciones emprendidas hasta el momento, obligaban a Israel a aceptar esas fronteras, ya que lo asistía el derecho a la autodefensa. Esto significa, como tantas veces, que el poder y no la ley determinan qué es lo justo.
* Doctor en Relaciones Internacionales. Profesor e Investigador UBA.
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