El secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, se reunió ayer con los principales operadores del mercado de cambios y discutió los caminos para ir a una inmediata baja del dólar paralelo. En diez días, dijo, debe estar en un rango de 5,05 a 5,10 pesos. El encuentro se produjo a las tres de la tarde, según confirmaron a Página/12 dos allegados al funcionario, uno de ellos del ámbito político y otro del sector empresario. La estrategia es la misma que implementó Moreno en noviembre del año pasado, cuando la cotización del billete verde había tocado los 5 pesos en el mercado informal. En esa oportunidad llamó a banqueros y cambistas y les dijo que quería el “blue” a 4,50 pesos. El mensaje tuvo éxito para frenar la escalada, pero no logró que bajara hasta ese nivel, sino que la cotización se acomodó por arriba de los 4,70. Ahora la situación se presenta más compleja y la presión también fue más fuerte.

“A la economía la vamos a ir blanqueando de a poco. Pero hoy tenemos una economía en negro en la que hay que intervenir. Si un secretario de Comercio Interior no interviene en el mercado negro, no está interviniendo en la economía”, explicó Moreno a un grupo de empresarios afines antes de su encuentro con los cambistas. En esa reunión el funcionario planteó que el dólar “blue” debe bajar de los 5,92 pesos del cierre de ayer a 5,05 o 5,10 pesos, y que la caída tiene que ser rápido. “Hay que descomprimir la presión minorista”, señaló. Lo escuchaban los agentes más importantes de la city porteña, conocedores también del circuito ilegal.

“Nosotros tenemos que trabajar tanto con Walmart como con La Salada”, insistió Moreno. El mercado en negro moviliza un volumen escaso, entre 15 y 20 millones de dólares por día contra 400 millones del formal –aunque en las últimas semanas se ubica más cerca de los 200 millones–. Esa característica determina también su volatilidad. El secretario de Comercio transmitió un mensaje político para que los hombres de finanzas absorban las variaciones y no se registren subas y bajas tan abruptas en el “blue”, que amplifican el nerviosismo.

El diagnóstico del Gobierno es que no existe un problema estructural de faltante de dólares, sino que se da una coyuntura complicada por la crisis internacional que es posible administrar con los controles sobre el mercado de cambios y las importaciones. Sin embargo, cerca de Moreno sostienen que el funcionario tiene una visión crítica de cómo se están implementando las restricciones cambiarias y considera que hay que operar del modo en que él lo hace, ajustando las clavijas un día y soltándolas al otro. Eso es lo que les planteó a los agentes de casas de cambio. Ese manejo, en otras áreas del Gobierno vinculadas a la economía, también recibe objeciones.