ECONOMíA
Lamentos de acreedores en el día después de la oferta
El equipo económico disfrutó de los primeros resultados de la oferta de reestructuración de la deuda. En tanto, quienes apostaron que habría fondos de los países centrales para subsidiar a los bonistas, se lamentan.
Roberto Lavagna y Guillermo Nielsen utilizaron su último día en la ciudad de Dubai para mostrarse optimistas con la propuesta de reestructuración de la deuda. “Cumplimos con la palabra empeñada”, dijo el ministro. Se refería a la promesa de efectuar una oferta a los inversores de bonos argentinos que dejaron de pagarse. De paso, les envió un mensaje: justificó la caída en la cotización de los títulos de la deuda en el mercado, lo que fue interpretado como una reafirmación de que el Gobierno será muy duro al momento de sentarse a la mesa de las negociaciones. Lo que también quedó claro tras la presentación es que se puso en marcha una operación complejísima, de la cual “no se tiene certeza” cuándo finalizará, según admitió el propio Nielsen.
“Algunos bonos de la deuda en default estaban sobrevaluados. El que no quiso entender el mensaje (de que habría una fuerte quita) compró títulos y hoy se lamenta porque bajaron”, apuntó, orgulloso, el ministro. Desde el equipo económico dejaron trascender que los acreedores habían creído que la reducción propuesta sería inferior al 75 por ciento. Al 5 por ciento en promedio que los bonos habían retrocedido el día del anuncio de la quita, ayer hubo una baja adicional de entre 0,8 y 1,5 por ciento. La deuda en cuestión asciende a 87 mil millones de dólares.
Ayer, tras mantener un breve contacto con la prensa, Lavagna viajó a París para participar de un foro sobre la Unión Europea y el Mercosur. Por su parte, Nielsen se embarcará hoy hacia Londres para participar de un encuentro de viceministros de Economía del Grupo de los 20. Es una especie de precalentamiento hacia un largo proceso de negociaciones con los acreedores, cuya primera escala se desarrollará entre el 20 y el 30 de octubre. Nicola Stock, representante del 90 por ciento de los 400 mil italianos perjudicados con el default, reveló que se encontrará con Nielsen dentro de dos semanas. “Existe espacio para poder negociar”, manifestó el dirigente tras reunirse con el funcionario argentino.
Justamente, el titular del Palacio de Hacienda dejó entrever que una de sus máximas preocupaciones radica en la actitud que tendrán los acreedores. El propio Lavagna mencionó que se llamará a “silencio de radio” sobre el tema de la reestructuración para evitar complicaciones judiciales. “Cuando haga falta se harán comunicados de prensa, previamente chequeados por los abogados internacionales. Hay que cuidarse de generar algún antecedente legal que pueda ser usado contra la República”, señaló.
Además, la inquietud gira en torno del nivel de aceptación que tendrá la oferta. Se calcula que para tener éxito, entre 90 y 95 por ciento de los acreedores deberían adherir al plan. No será fácil. Para lograrlo, los funcionarios deberán enfrentarse con 152 asambleas de bonistas en los próximos meses. Para tener sustento legal, la propuesta tendrá que obtener al menos el 60 por ciento de la aprobación de los inversores presentes en esas reuniones. En algunos casos, como en Alemania, donde existe el 17 por ciento de la deuda en default, hace falta conseguir el 100 por ciento de aceptación.
Si bien en la Carta de Intención rubricada con el FMI se indica que la renegociación finalizaría a mediados de 2004, Nielsen aceptó ayer que esa presunción es optimista. El secretario mencionó que, en verdad, “no existe certeza” respecto de los plazos. La agencia estadounidense Standard & Poor’s coincidió: estimó que “el acuerdo final entre Argentina y los acreedores ni siquiera estará concluido para el año que viene”.
La dura propuesta a los acreedores no sólo impactó en el precio de los bonos. También alimentó diversos rumores en el microcentro porteño. En todos se afirmaba que tanto Estados Unidos como el FMI estaban al tanto de la iniciativa. Y que el Gobierno se había animado a una quita agresiva dado que 1) ante la caída de los bonos, Estados Unidos prestaría fondos para que Argentina recompre los títulos en el mercado y así empezar a arreglar el problema de la deuda; y 2) que varios gobiernos europeos subsidiarían a sus bonistas, con el objetivo de evitarles un fuerte quebranto. Más allá de las especulaciones, lo cierto es que, tras lapresentación en los Emiratos Arabes Unidos, el Gobierno comenzó a transitar un largo y sinuoso camino. Ya se notan las caras largas.