ECONOMíA › APOYO EN EL SENO DEL FMI Y GESTOS DE CONCILIACION CON PRIVATIZADAS
La presión francesa es bien educada
El canciller francés, Dominique de Villepin, consideró que se necesita mejorar la situación de las privatizadas y de los acreedores en default. Pero sorprendió con su apoyo a Argentina en el Fondo.
Por Cledis Candelaresi
El interés económico y político de Europa por afianzar sus vínculos con la región, así como la perspectiva de las privatizadas de seguir haciendo buenos negocios a pesar del congelamiento tarifario, impuso un clima cordial a la visita que el canciller francés Dominique de Villepin hizo ayer a Buenos Aires. El tema de las inversoras francesas, hoy en una situación controvertida con el Gobierno, fue ineludible durante el encuentro que Néstor Kirchner y parte de su gabinete mantuvieron con el emisario de Jacques Chirac. Pero lejos de aumentar la tensión bilateral, habría servido para que Francia ratifique su condición de país amigo y, por consiguiente, la intención de ser paciente. “La mayoría de esas empresas tratan de quedarse”, sentenció el ministro de Relaciones Exteriores de aquel país europeo que, según recordó ayer, es un aliado de Buenos Aires en el seno del Fondo Monetario Internacional.
Poco antes de enfrentar a la prensa junto a su colega local, Rafael Bielsa, Villepin se reunió durante casi una hora con el Presidente, la senadora Cristina Kirchner, el ministro de Economía, Roberto Lavagna, y el jefe de Gabinete, Alberto Fernández. Allí, el emisario de Jaques Chirac recibió una carpeta con detalles del rescindido contrato de concesión del control del espectro radioeléctrico que la gestión menemista firmó con Thales Spectrum, firma gala a la que se le imputan oscuros manejos también en Francia. Pero sin hacer mención expresa de ningún nombre, el canciller europeo puso paños fríos a la situación durante el encuentro con los periodistas, cuando aclaró que “la situación de cada empresa es diferente”. Una manera de advertir que ese desenlace no tiene por qué repetirse con otras inversoras galas como Edenor (EDF), a punto de ser sancionada por la presunta imprevisión que generó el apagón del fin de semana, o Suez, la operadora de Aguas Argentinas, que carga con millonarios incumplimientos en su plan de inversiones.
“Somos socios en el porvenir de Argentina y por eso usaremos energía, imaginación y voluntad para solucionar los problemas”, sostuvo Villepin en un español impecable. Fue entonces cuando Bielsa advirtió que ambos ministros concibieron algunas “ideas provocativas” para resolver los entredichos con las privatizadas, aunque luego eludió precisar cuál sería esa fórmula para resolver las actuales controversias con los inversores extranjeros, todos con demandas interpuestas ante el Ciadi, tribunal arbitral del Banco Mundial, ya que la ocurrencia aún no tendría el guiño presidencial.
La proximidad de criterios habría sido tal que, según aseguró Alberto Fernández al mediodía, Francia volverá a apoyar a la Argentina en la próxima revisión de metas impuestas por el acuerdo firmado con el Fondo Monetario Internacional. Lo que el canciller francés sí se ocupó de subrayar en público es que su país ya apoyó la posición local en la reciente revisión, distanciándose de otros como Italia, Japón o Gran Bretaña, que negaron ese aval con el argumento de que antes Buenos Aires debía mejorar la oferta a los tenedores de bonos en default.
¿Francia no exigirá a la Argentina reformular su propuesta a los acreedores y actualizar las tarifas de las empresas públicas?, preguntó un representante de la prensa extranjera. “Se necesitan mejorar esas situaciones. Pero también es importante que países amigos marchen juntos. Eso es más fácil que caminar con un cuchillo bajo el cuello”, fue la considerada respuesta del funcionario europeo.
Posiblemente el gobierno francés suscriba la idea de que un mayor esfuerzo fiscal podría terminar siendo contraproducente al propio objetivo de cobrar la deuda: si se restringe más el gasto público o se aumenta la presión fiscal podría ahogarse la reactivación, fulminando, en definitiva, las posibilidades de honrar las obligaciones financieras. También es cierto que Francia no tiene un grupo de tenedores de deuda importante y combativo como otros países del Primer Mundo. Y, finalmente, que también levanta la bandera de toda la Unión Europea de preservar buenos vínculos comerciales con América latina, impidiendo, en la medida de lo posible, que Estados Unidos consolide su hegemonía a través de acuerdos bilaterales o el Alca.
“Queremos apoyarnos en nuestra exigencia común de un orden multilateral –remarcó Villapin– y saludamos la creación del G-20”, en alusión al grupo de países liderado por Brasil e India, que en el seno de la OMC se opone a hacer concesiones si las potencias, empezando por la propia Europa, no desmantelan los subsidios a la agricultura.
Igualmente cierto es que, a pesar de tener ingresos en pesos y deudas en dólares, tarifas provisoriamente congeladas y estar en la mira de un gobierno con vocación revisora, los accionistas de las privatizadas siguen gozando de atractivos superávit operativos. Esta es la principal razón para evitar una ruptura con el Gobierno.