ECONOMíA › INSOLITO INFORME DE MERRILL LYNCH
“Nosotros zafamos”
Por Maximiliano Montenegro
Merrill Lynch, uno de los bancos extranjeros asesores de la administración Kirch-ner en la negociación de la deuda, dice que pese a estar más dispuesto a discutir con los acreedores, el Gobierno no ha flexibilizado en nada su posición original. Y, sin contemplar los intereses de su nuevo cliente, se congratula de haber reducido su cartera de inversiones financieras en la Argentina.
En el último informe regional para sus clientes –en su mayoría grandes financistas y magnates de todo el mundo–, Merrill Lynch incluye un comentario, breve pero contundente, sobre la Argentina. Esta situación podría crear un conflicto de intereses, porque desde que fuera contratado por el gobierno argentino –junto con Barclays y UBS Warburg– como coordinador en la reestructuración de la deuda se supone que el banco norteamericano no debería emitir ningún juicio público sobre el proceso.
Sorteando este impedimento, Merrill publica una serie de opiniones sobre la marcha de las negociaciones y la estrategia del gobierno de Kirchner.
“Para bien o para mal, la retórica oficial sigue teñida por el habitual antagonismo hacia las políticas del FMI”, afirma. No obstante, aclara que más allá de la retórica la relación de la Argentina con el Fondo “está viva y en buen estado”.
El banco de inversión norteamericano comenta, además, el rechazo de Kirchner y Lavagna a elevar el superávit fiscal, como pretende el FMI.
“La visión prevaleciente (en el Gobierno) es que el Fondo Mo-netario Internacional debe ser más pragmático y que el actual esfuerzo fiscal es suficiente. Los funcionarios argentinos creen que esta reestructuración de la deuda será una divisoria de aguas y que probablemente redefina la arquitectura financiera internacional como la conocemos en la actualidad”, sostiene.
Lavagna piensa que esta reestructuración será un “caso líder” porque, dada la crisis económica y social de los últimos años, el Gobierno no puede destinar más recursos fiscales que lo ofertado al pago de la deuda, y por lo tanto los acreedores deberán aceptar una pérdida mayor que en otras experiencias de default.
“Aunque esta posición es en cierto sentido conformista, tiene un grado de verdad”, consiente Merrill. Luego explica que “pese a que encontramos a los funcionarios argentinos más dispuestos a discutir el tema de la deuda, notamos que el grado de flexibilidad no se ha incrementado”.
Así las cosas, en lugar de concluir con una opinión favorable a la estrategia argentina, el flamante asesor se alegra de haber vendido a tiempo los activos financieros invertidos en el país: “No creemos que haya algún nuevo motivo para que los inversores estén más tranquilos, lo cual sólo nos consuela a nosotros, porque habíamos limitado la exposición a los activos argentinos”.