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Los rivales argentinos de Senna lo recuerdan a una década de su muerte

Pilotos como Víctor Rosso, Enrique Mansilla, Henry Martin o Gustavo der Ohanessian corrieron contra el brasileño en fórmulas menores y descubrieron allí la dimensión del astro de la F-1.

 Por Pablo Vignone

El sábado, 1º de mayo, se cumplirá una década de la trágica desaparición de Ayrton Senna, el piloto brasileño que, junto a Juan Manuel Fangio, Jim Clark y Tazio Nuvolari, alcanzó una estatura de semidiós en el automovilismo mundial, que comenzó hace una semana a recordar su figura. Página/12 dialogó con los pilotos argentinos que compitieron contra el paulista en categorías menores del automovilismo, y la conclusión fue única: “Todos fuimos rivales de Se-nna, pero ninguno se considera otra cosa que admirador de Ayrton, porque él estaba en otra dimensión”.
Correr contra Senna era “correr por el segundo lugar”, como recuerda con una mezcla de admiración y tristeza Víctor Rosso, que lo sufrió en el Campeonato Europeo de Fórmula Ford 2000, en 1982, un mal año para los argentinos que corrían en Inglaterra. Lo sabe bien Enrique Mansilla, que lo tuvo de coequiper en el equipo oficial Van Diemen de Fórmula Ford 1600 inglesa un año antes. Acuerdan también Gustavo der Ohanessian, Henry Martin y Luis Belloso, amedrentados alguna vez por las performances del brasileño sobre un karting, en 1979.
“A mí me hizo mierda la carrera –recuerda Rosso–. Si yo hubiera sabido por entonces que él habría de ser campeón del mundo más tarde, no me hubiera disminuido tanto. Llegué al punto que, cuando lograba clasificarme delante de él, no me importaba la carrera, sino poder mantenerme delante suyo, sin que me pasara.”
Mansilla tuvo la “ventaja” de ganarle algunas competencias. “Pese a que yo tenía un año más de experiencia en la categoría, él era mejor. Si él estaba atrás mío, yo podía aguantarlo. Pero si iba adelante, era imposible seguirlo.”
“Yo le gané una sola carrera –rescata Rosso–, en Alemania, pero porque él rompió su auto. Te desmoralizaba. No quería perder a nada: si le ganaba una clasificación, al día siguiente cambiaba todo, motor, gomas, porque no soportaba perder. Por eso fue lo que fue.”
Der Ohanessian reflota aquel Sudamericano de karting, en Colonia. “Allí me sentí el peor piloto de la historia. Yo había salido a clasificar detrás de Ayrton. Como en San Juan había peleado mano a mano con él, me imaginé que podía andar a la par... Nada que ver, y la autoestima se me fue al piso. El hacía cosas tan raras como ir de costado y de repente meter el auto en una curva hacia el otro lado, que si yo quería repetirlas, me quedaba un año haciendo trompos.” Martin se acuerda: “En ese torneo él fue campeón, y yo el subcampeón”.
Según Belloso, “en karting yo andaba siempre adelante, pero lo de Senna era espectacular, increíble. Conocí muchos pilotos rápidos, pero ninguno como Ayrton, iba de costado en todos lados, tenía un estilo muy diferente del mío”. Y remata: “Fue un genio, como (Diego) Maradona, tenía esa magia que destaca a los más grandes”.
La rivalidad con Mansilla tuvo un punto culminante. “En Mallory Park hasta volaron un par de piñas, tuvo que venir la policía a separarnos. Era su cuarta carrera. El era más veloz en lo rápido, yo me defendía en lo lento. En la última vuelta hizo un amague y quiso pasar por afuera. Yo lo toqué, es cierto, cuidando que no me pasara, y se fue al pasto. Durante varios meses no nos hablamos.”
“Senna no era un piloto brasileño; era un piloto del mundo –opina Der Ohanessian–. ¿Cuándo viste que en la Argentina fueran hinchas tan fanáticos de un brasileño?” “Fangio era tan humilde que por ahí hasta se pasaba. Pero Senna tenía esa humildad...”, señala Rosso, y Martin lo corrige: “Más que humilde me parece que Ayrton era muy tímido”.
Aquella trágica muerte dispara un debate. “Creo que se mató porque cometió un error –opina Mansilla–. Lo que pasa es que los pilotos venimos con un ojo mirando esto, con el otro mirando aquello. Se fue de la huella y el auto se descontroló.” Martin y Der Ohanessian disienten. “Era un tipo que vos no podías creer que le pasara nada –apunta el segundo–. Lo veías tan seguro manejando el auto, con tanta autoridad, que era imposible que le pudiera pasar algo.” “Parecía irreal –grafica Rosso–. Vos no podés creer que al mejor piloto del mundo le haya pasado algo así.”

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Gustavo der Ohanessian, Enrique Mansilla, Víctor Rosso y Henry Martin, en torno al casco de Senna.
 
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