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No jugaron a la pelota
Por Diego Bonadeo
Durante años se insistió en que la gran sabiduría del reglamento del fútbol estaba respaldada por las décadas que pasaron desde su última modificación sustancial –la ley del offside– allá por la década del ’20.
Otros deportes de conjunto, como el básquetbol, el tenis o el rugby, han tenido cambios reglamentarios importantes, como los referidos al tiempo de juego o a la puntuación. Y casi siempre por imposiciones de las corporaciones televisivas titulares de los derechos.
Atinadamente, en la Sección Deportes de este diario se reflexionaba ayer con respecto a los orígenes de los dos últimos presidentes de la FIFA, los dos que hace treinta años, desde el recambio Stanley Rous-Joao Havelange en 1974, hicieron como que manejaron, y hacen como que manejan, los destinos institucionales del fútbol.
Ni el ex waterpolista Havelange ni el ex jugador de hockey Blatter demostraron tener nada que se le parezca a la cultura futbolera. Y el flamante disparate de Blatter, instando a la abolición de los empates y a que los partidos sin ganador ni perdedorse definan por penales, solamente demuestra que jamás escuchó la frase “gol gana” como consigna de picado. Que se sepa, ni Blatter ni Havelange jugaron nunca a la pelota.
Tan disparate fue que resultó cuestionado incluso por el habitual verticalista para arriba y para abajo Julio Grondona, para quien “Blatter habrá dicho eso en un momento de euforia” o porque “da muchas conferencias de prensa y a veces no tiene nada que decir”.
Por ejemplo, si en un superclásico, Boca (o River) va ganando 1-0 y en el último minuto River (o Boca) empatan, ¿quién puede creer que allí hubo empate? Allí ganó River (o Boca) que se quedó con la última alegría. ¿Por qué habría que cambiar eso?
En Qué ves, Ricardo Mollo canta y Diego Arnedo acompaña. La letra de Divididos recuerda sabiamente “... cuando la mentira es la verdad, el bien y el mal definen por penal...”.