ECONOMíA
“El ministro está nervioso, preocupado por la inflación”
Hugo Moyano le contestó con dureza a Lavagna, quien había criticado los “acuerdos de cúpulas” entre la CGT y la UIA para aumentar salarios. Una pelea que atraviesa al gabinete nacional.
Por Maximiliano Montenegro
“El ministro (Lavagna) está nervioso, preocupado por el tema de la inflación y creerá que esto (las negociaciones por aumentos de salarios) puede producir más inflación; nosotros estamos convencidos de que no. Me sorprende su actitud, porque los salarios vienen muy retrasados”, dijo ayer Hugo Moyano. Fue en respuesta a las críticas que Roberto Lavagna había deslizado contra las conversaciones (“acuerdos de cúpulas”, las llamó) que llevan adelante la CGT y la UIA para elevar el salario mínimo y encauzar la recomposición salarial. Así, por primera vez, cobró estado público una pelea que hasta ahora se libraba con discreción y que no sólo enfrenta a Lavagna con la CGT. La discusión salarial también abre una grieta en el gabinete nacional, donde el ministro de Economía defiende una posición conservadora.
Que Lavagna está preocupado por la inflación es tan evidente como que el ministro teme que aumentos salariales generalizados disparen, como en los viejos tiempos, la carrera de los precios. El lunes por la noche, en declaraciones al canal de cable TN, apuntó contra las discusiones por los salarios que mantienen la Unión Industrial y la CGT. Afirmó que no le gustaban “los acuerdos de cúpulas entre sectores gremiales y empresariales” para aumentar los sueldos. Y propuso que los salarios “se ajusten a las mejoras de productividad” en cada sector productivo: “Los sectores de la economía son distintos y no todos tienen la misma política salarial”, aseguró.
La posición del ministro se acerca bastante a la de los empresarios y economistas más ortodoxos que rechazan la idea de fijar un piso a las negociaciones salariales; como por ejemplo, la recomposición por la inflación observada desde la devaluación. Por supuesto, Lavagna cree, además, que la etapa de las subas salariales por decreto está cerrada.
“Me sorprenden las últimas declaraciones del ministro, que antes aparecían como versiones, pero ahora son expresadas directamente por él. Hay sectores y actividades que tienen casi un 30 por ciento de atraso en sus salarios”, le contestó Moyano por Radio del Plata. Dicho sea de paso, para el líder camionero los mayores atrasos salariales se notan en el comercio, la salud y la construcción, los dos primeros gremios conducidos por dos de sus rivales: Armando Cavalieri y Susana Rueda.
Lavagna no sólo colisiona en el tema salarial con Moyano sino también con otros integrantes del gabinete, y hasta de su propio equipo. Durante el 2004, el 80 por ciento de los aumentos salariales en el sector privado fueron forzados por decretos presidenciales, mientras que el 20 por ciento restante obedeció a decisiones autónomas de los empresarios.
Aunque no lo reconozca públicamente, el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, considera que si los empresarios no asumen una actitud menos mezquina el Estado debiera continuar impulsando la recuperación del poder de compra salarial. Más aún, la titular del Banco Nación, Felisa Miceli, una economista de confianza de Lavagna, se animó a expresarlo sin rodeos: “Si los empresarios siguen haciéndose los desentendidos, habrá que seguir empujando los aumentos salariales desde el Estado”, sentenció.
Varios funcionarios citan en los últimos días dos estudios económicos que fundamentan la idea de que los empresarios cuentan con un mullido “colchón de rentabilidad” como para otorgar mejoras salariales sin trasladarlas a los precios. Uno es un informe de la Fundación Unidos del Sud –patrocinada el empresario Francisco de Narváez–, que muestra que hoy la rentabilidad promedio de las empresas en Argentina ronda el 32 por ciento anual, tres veces más que en 1997, uno de los mejores años de la convertibilidad. El otro es un documento del Banco Central –“Informe de Inflación”– que coincide en que el margen de ganancia de la mayoría de los sectores es tan elevado que no deberían usarse los sueldos como excusa para remarcar precios.
Consultado por las diferencias sobre el tema salarial dentro del gabinete, Moyano dijo percibirlas: “Sí, las hay, pero acá la última palabra es del Presidente, y en él vemos voluntad de mejorar los salarios”, comentó, pícaro. Minutos antes, había dicho que mantiene línea directa con Kirchner: “Lo llamo y me responde en el mismo día”, aseguró.