EL PAíS › EL JEFE DEL PENTAGONO, DONALD RUMSFELD,
VISITO AL MINISTRO DE DEFENSA, JOSE PAMPURO

El señor de la guerra pasó en son de paz

Después de poco más de una hora de reunión, Rumsfeld elogió la participación argentina en la Misión de Paz en Haití y destacó acuerdos de cooperación científica y tecnológica. Pampuro dijo que hablaron de la importancia de reanudar ejercicios militares conjuntos, pero no se avanzó por la inmunidad total requerida por EE.UU.

 Por Nora Veiras

Con una presencia menos imponente que la imagen que reflejan las pantallas del mundo, el secretario de Defensa de Estados Unidos, Donald “Rummy” Rumsfeld, mantuvo ayer el cuarto encuentro cara a cara con su par argentino, José “Pepe” Pampuro. Uno de los ideólogos de las guerras contra Afganistán e Irak se deshizo en elogios hacia las tropas argentinas que integran la Misión de Paz en Haití y calificó de “excelentes” las relaciones con la Argentina. Pampuro remarcó la importancia de la realización de “ejercicios militares combinados” y dijo que “se están analizando opciones para avanzar en ejercicios con Estados Unidos, siempre en el respeto de las leyes vigentes en cada país”. En buen romance, no se llegó a un acuerdo, porque el gobierno de George W. Bush pide “inmunidad total” para sus tropas. “La verdad, vemos complicado poder arreglarlo”, admitieron en el Edificio Libertador. Pampuro dijo a Página/12 que Rumsfeld “ponderó varias veces al Presidente (Néstor Kirchner) como uno de los líderes más importantes de la región y elogió su participación en el apoyo a la democracia en Bolivia”.
Rumsfeld, a los 72 años, es el titular del Pentágono más veterano de los Estados Unidos, fue ratificado en su cargo por Bush en su segundo mandato. Pero el halcón de la Casa Blanca fue, en realidad, el más joven secretario de Defensa de su país en 1975, cuando Gerald Ford lo designó y la Doctrina de la Seguridad Nacional infectaba a los militares de América latina. Durante la presidencia de Ronald Reagan fue el encargado de reanudar las relaciones con Saddam Hussein, en aquel momento funcional a la estrategia de Washington para derrotar al ayatola Komeini en Irán. En el ’88, anunció su candidatura a la Presidencia contra George Bush padre pero se bajó, pragmático, por el pésimo escenario económico que había dejado Reagan. Durante el mandato de Bill Clinton, Rumsfeld se dedicó a la actividad farmacéutica, pero en 1998 le envió una carta al presidente en la que sugirió una “estrategia para derrotar el poder de Hussein, aunando esfuerzos diplomáticos, políticos y militares”. Ya en ese momento deslizó la teoría de los “ataques preventivos” contra los enemigos. Después de los atentados contra las Torres Gemelas y el Pentágono, se puso a la cabeza junto a su amigo, el vicepresidente Dick Cheney, de la guerra contra el Eje del Mal. Las invasiones a Afganistán e Irak fueron las primeras batallas de este hombre que en su despacho tiene grabada en bronce una cita de Theodore Roosevelt: “La lucha agresiva por una causa justa es el deporte más noble del mundo”.
Con esos antecedentes, por suerte, Rumsfeld llegó a la Argentina en son de paz. Se reunió durante poco más de una hora con Pampuro y su gabinete. Casi media hora más tarde asistió a un informe de oficiales de las Fuerzas Armadas sobre la misión en Haití. Después los veintitrés funcionarios que viajaron con Rumsfeld –por la tarde aterrizaron en Brasil y culminarán la gira en Guatemala– bajaron junto a los dos ministros para leer ante la prensa el cuidado balance del encuentro.
Pampuro, subido a un estrado con un oportuno escaloncito, calificó el encuentro como “muy fructífero”, dijo coincidir con Rumsfeld “en considerar a Haití como un ejemplo notorio de cooperación regional en el que por primera vez países latinoamericanos se unen para ayudar a un país de la región”, destacó el valor de “realizar ejercicios militares combinados” y remarcó que “analizamos los avances en el proceso de radarización en el marco del programa presentado por el presidente Kirchner”. También destacó el inicio de cooperación en el terreno científico-tecnológico. El director de Investigaciones, Defensa e Ingeniería del Pentágono, el ex astronauta Ronald Sega, se reunió con representantes del Instituto de Investigaciones Científicas y Técnicas de las Fuerzas Armadas (Citefa) para avanzar en esos temas. “Desde el desmantelamiento del proyecto del misil Cóndor que Estados Unidos no admitía hablar de estos temas”, se entusiasmaron cerca de Pampuro. Los ejercicios conjuntos fueron suspendidos a fines del 2003 por la oposición del Congreso al planteo de Estados Unidos para que sus tropas gocen de inmunidad total. La Argentina suscribió el Tratado de Roma que le dio vida al Tribunal Penal Internacional –donde Luis Moreno Ocampo actúa como fiscal– y reconoce la jurisdicción universal. En Defensa comentaron que en el encuentro que mantendrá a fines de marzo el canciller Rafael Bielsa con la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, también se tratará el tema, pero advirtieron que “es muy difícil llegar a un acuerdo porque ellos no admiten condicionar la inmunidad total y, además, temen que, si un militar de su país llegara a la Argentina y, por ejemplo, fuera requerido por un tercer país, la Argentina lo extraditara sin priorizar la nacionalidad”.
Sobre el proceso de radarización, Pampuro no dio precisiones. Desde el Invap –el centro de investigación con el que el Estado convino el plan de radarización– aseguran que “a pesar de lo que se dice desde algunas áreas del Gobierno, nosotros estamos en condiciones de desarrollar radares de tres dimensiones (3D) en un plazo de tres años”. La discusión está planteada porque Estados Unidos ya instaló tres radares 3D en el norte del país a través de Northrop Grumman y esa misma empresa está interesada en ampliar su influencia, no sólo por una cuestión económica sino también estratégica, en el control del espacio aérea. A Northrop, el gobierno de Carlos Menem le había adjudicado en forma directa el programa de radarización que quedó sin efecto tras la impugnación de una empresa francesa.
Rumsfeld no se privó de incluir en el encuentro a agenda abierta dos temas que “desvelan” a la administración Bush: Bolivia y Venezuela. “Dicen que están preocupados por al compra de armas rusas de Venezuela”, comentaron en Defensa. El jefe del Pentágono le preguntó a Pampuro qué pensaba del presidente Hugo Chávez. “Es un presidente electo respetando la Constitución y como tal tiene presencia y vigencia”, respondió diplomático el ministro que prefirió no inmiscuirse en la órbita de la Cancillería. Rumsfeld elogió el rol de Argentina y Brasil en los procesos de afianzamiento de la democracia y sostenimiento de la paz en la región.
Ante la prensa, los dos ministros habían acordado sólo informar y no aceptar preguntas. Fue el acreditado de la agencia Reuters en el Pentágono, Charles Aldinger, quien viajó en la comitiva con Rumsfeld, el que rompió la regla. Cuando el secretario de Bush estaba terminando su síntesis, lo interrumpió: “¿Por qué nunca nos dejan hacerle preguntas?”, dijo y quiso saber qué se había decidido sobre los ejercicios conjuntos. Rumsfeld, inmutable, ni lo miró y terminó la puesta en escena.
Fuera de protocolo, todos se desconcertaron cuando vieron a Pampuro subir al BMW, negro y blindado, de Rumsfeld.
–¿A dónde fue? –le preguntó Página/12.
–Me dijo que tenía tiempo y me preguntó si quedaba cerca el Mausoleo de San Martín. Lo acompañé entonces a la Catedral y después caminamos por la Plaza de Mayo –comentó el ministro, satisfecho porque sorteó sin grandes sobresaltos la visita de Rumsfeld.
–Por suerte no se cruzó con Baseotto –ironizó un funcionario después de una semana de lidiar con el ex obispo castrense que sugirió tirar al mar al ministro de Salud, Ginés González García, por pronunciarse a favor de la despenalización del aborto.
Si no median cambios en el gabinete de la superpotencia, Rumsfeld volvería al país acompañando a Bush a la Cumbre de las Américas que se realizará en noviembre en Mar del Plata.

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El ministro de Defensa, José Pampuro, y el titular del Pentágono, Donald Rumsfeld, saludaron a las tropas.
 
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