SOCIEDAD › PERFIL DEL CHICO QUE MATO A 9 PERSONAS EN MINNESOTA
Armas y admiración por Hitler
Jeff Weise, de 16 años, vivía con su abuelo policía. Después de matarlo, usó sus armas para cometer la masacre. Dicen que era simpatizante de Hitler y admirador de Marilyn Manson.
Por Horacio Cecchi
Mientras la conmoción se incrementaba y paralizaba a la pequeña y paupérrima reserva indígena de Red Lake Chippewa, en Minnesota, ayer comenzaban a desplegarse relatos sobre el recorrido de Jeff Weise, de 16 años, sobre la media hora de horror iniciada cuando asesinó a su abuelo policía y a la mujer de éste, para dirigirse a la Red Lake High
School, donde cursaba, para matar sucesivamente al guardia de seguridad, a una maestra, a cinco compañeros y descerrajarse un tiro después de intercambiar varios disparos con la policía. Entre los relatos de la comunidad, también empezaba a vislumbrarse el supuesto perfil del adolescente: simpatizante de Hitler, de Marylin Manson, acostumbrado a vivir con armas (su abuelo era policía), retraído y supuestamente burlado por sus compañeros. El supuesto perfil, agregado a la extrema pobreza de la reserva más pobre de Estados Unidos, intentaban ayer explicar la masacre. Quizás olvidaban que el alcoholismo, la violencia, la pobreza, igual que la figura de Hitler, son formas adquiridas en el tremendo proceso de aculturación sufrido por las diezmadas poblaciones indígenas.
“Esta es sin duda la hora más oscura en la historia de nuestra tribu, solamente quiero expresar mi más sentido pésame a las familias.” Tal fue el mensaje de condolencias de Floyd Jourdain, líder de los Chippewa de la etnia Ojibwe, asentados en la reserva de Red Lake, al extremo norte de Minnesota y muy cerca de la frontera de Canadá. El mensaje, adjuntado a la página web de la tribu y dirigido a los 5152 habitantes de la reserva, omitía el relato de los hechos y las causas que corrían por debajo como corre el magma bajo la corteza.
Parte de la omisión la resolvió el agente especial del FBI Michael Tabman, a cargo del caso. “Weise, armado con un arma calibre 22 –dijo el federal– fue a la casa de su abuelo, el sargento Daryl Lussier, de 58 años, y oficial de la policía de Red Lake. Asesinó a Lussier y su compañera, Michelle Sigana, de 32. Creemos que tomó el chaleco antibalas, la pistola y un rifle y se dirigió en el patrullero de su abuelo hasta la puerta de la escuela. Allí disparó y mató a Derrick Brun, de 28, guardia de seguridad desarmado. Entró a la escuela y disparó sobre un grupo de estudiantes y una maestra, Neva Winne- coup Rogers. Comprensiblemente, ellos corrieron dentro de un aula, perseguidos por Weise, quien disparó y los asesinó. Después recorrió la escuela disparando sus armas hasta la llegada policial. Intercambiaron disparos y Weise regresó al aula, donde se suicidó de un disparo. Los alumnos fallecidos son Thurlene Stillday, de 15; Chase Lussier, 15; Chaneller Rosebear, 15; Alicia Spike, 14; y Dwayne Lewis de 15.”
Una estudiante, Sondra Hegstrom, dijo: “Lo miré a los ojos y salí corriendo a esconderme a una sala”. Que resultó ser el aula contigua a la de la masacre. Desde allí oyó cómo “una chica decía ‘No Jeff. ¡Vete, Vete! Déjame... ¡por qué haces esto!; Bum, bum, bum, y ya no se oyeron más súplicas”. La profesora Diane Schwanz aseguró que Jeff trató de entrar a su salón de clase. “Me tiré al suelo y llamé a la policía, todavía no lo puedo creer. Nadie podía imaginar que este tipo de violencia podría llegar a nuestras comunidades.” “¿Crees en Dios?”, dicen que le preguntó Jeff a una estudiante, riendo, según lo describieron, mientras jugaba con sus armas. Luego disparó. La niña pudo huir a otra aula. Ashley Morrison se atrincheró con otros alumnos en un aula y oía cómo el agresor intentaba abrir la puerta. “Mamá, tengo miedo”, le dijo a los gritos. La madre oyó los disparos.
También el perfil de Jeff Weise fue creciendo en detalles a tono con la masacre a medida que pasaban las horas y, con ellas, la necesidad de encontrar explicaciones. Explicaciones que se apoyaron en que Jeff era un adolescente solitario, marginado por sus compañeros y que vivía en un ambiente perturbado; su padre se había suicidado hace cuatro años y su madre estaba internada en un asilo por los graves daños cerebrales que sufrió en un accidente de autos. También sostienen que era admirador de Hitler y se manifestaba en sitios de Internet donde firmaba como Todesengel (Angel de la muerte). Además, según se encargó de subrayar el periódico local Pioneer Press, siempre iba vestido con una chaqueta negra y le gustaba la infaltable música del rockero Marilyn Manson.
Más allá del relato del federal Tabman, de los aterrados testimonios de los sobrevivientes, del insidioso perfil construido por versiones y rumores y de la consternación del jefe de la tribu, habrá que saber que los Chippewa viven en la reserva más pobre de todas las reservas de Estados Unidos, lo que equivale a ser el más marginal de los marginales. El 40 por ciento de los habitantes está desempleado. Muchas familias viven en el límite de la pobreza, y desde hace años se intenta luchar contra el alcoholismo y la violencia cotidiana.
Esa parece ser la justificación que se va abriendo paso en el país del Norte. Darrell Seki, encargado de seguridad del hospital más cercano, en Bemidji, acudió a Red Lake poco después de la masacre. No se mostró sorprendido porque el clima desolador del lugar haya desembocado en un acto violento tan trágico. “Es la pobreza”, dijo al periódico Los Angeles Times.
Pero para lo que queda de la población Chippewa, pobreza, violencia y alcoholismo son sinónimos de cultura occidental, la misma que primero los diezmó pasándolos por las armas y luego mediante la aculturación. En 1988, la reserva intentó salir de malas mediante una supuestamente benigna ley estatal que permitía instalar casinos en regiones pobres. Los Chippewa de Red Lake no tuvieron éxito y en lugar de riquezas absorbieron enormes deudas. “Algunas personas se hicieron ricas con eso, pero muy pocos son de los nuestros”, señaló hace dos años el semanario indígena Ojibwe News. Desde hace años, el semanario denuncia a los gobiernos corruptos de las reservas y reclama el acceso a economías basadas en producciones más constructivas que un casino.
Las autoridades federales insistían ayer en que, “por el momento, desconocemos los motivos del ataque”, y el propio Tabman confió en reserva que “creemos que Weise actuó solo”. Soledad que resulta, en ese aspecto, un tanto curiosa, en medio de una sociedad que alienta el uso de las armas y donde la violencia no es la última sino la primera forma de pago.