ECONOMíA
En agosto la inflación no asusta, salvo en alimentos
La planilla de inflación del Indec para las dos primeras semanas de agosto marcó un 0,3 por ciento, en línea con un IPC mensual del 0,6. El problema es el rubro alimentos.
Por Maximiliano Montenegro
Néstor Kirchner y Roberto Lavagna revisaron en las últimas horas la planilla de inflación de las dos primeras semanas de agosto, que les acercó el titular del Indec. Presidente y ministro no pudieron ocultar una mezcla de alivio y satisfacción. Según esos datos preliminares, el índice de precios minorista (IPC) aumentó sólo 0,3 por ciento durante la primera mitad del mes en curso, con lo cual la proyección para todo agosto rondaría el 0,6 por ciento. Sin embargo, los números de la inflación que se analizaron en la cúpula del poder no son todo lo rosa que lucen a primera vista. El rubro alimentos y bebidas, el de mayor peso en la canasta de los pobres, triplicó la suba del índice general (creció más del 1 por ciento en apenas dos semanas), con fuertes remarcaciones en productos básicos como lácteos, fideos, aceites y pollos.
En la inflación de los primeros días de agosto jugó muy a favor la estacionalidad en los rubros “indumentaria” y “esparcimiento” (turismo), que en julio habían operado muy en contra. Así, el primero tuvo una caída de precios del 1,5 por ciento, mientras que los costos del turismo se desinflaron 2,6 por ciento.
Esto contribuyó de manera decisiva para que en las dos primeras semanas de agosto el IPC registrara apenas un 0,3 por ciento. La proyección para el mes se ubicaría entonces en el orden del 0,6 por ciento, una cifra en línea con la meta oficial de una inflación menor al 11 por ciento anual. Vale recordar que el 1,5 por ciento de junio y el 1 por ciento de julio habían encendido todas las luces de alerta en el tablero de la política económica.
No obstante, en el Gobierno miran con preocupación las remarcaciones en alimentos, por su incidencia en la canasta básica de la indigencia (sólo alimentos), valuada en 357 pesos mensuales, y en la canasta de la pobreza (alimentos, vestimenta y transporte), cuyo costo en julio ascendió a 787 pesos. De acuerdo con la planilla oficial, se encarecieron los lácteos (quesos, leche y leche en polvo), además de productos esenciales como fideos, aceites y pollos. En cuanto a la carne, también registra aumentos, pero de menor magnitud.
Como se recordará, en lácteos, el Ministerio de Economía elevó las retenciones a las exportaciones para frenar los incrementos de precios en el mercado local. Lavagna dijo días atrás que esa decisión –que suscitó duras críticas de los productores agropecuarios– evitó que se dispararan los precios mayoristas de la leche. Pero, por lo visto, no fue suficiente.
En el caso de los pollos la situación es todavía más delicada. Porque la Secretaría de Agricultura cerró un acuerdo con productores y representantes de la cadena comercial para poner un coto a los precios, que no se estaría cumpliendo.
Con estas cifras en la mano, el equipo económico reanudará en los próximos días las “conversaciones” con los supermercados y con los sectores exportadores de alimentos (incluida la carne) para revisar los pactos firmados en los últimos meses. Como hasta ahora, frente a las remarcaciones en el mercado interno la amenaza será nuevas subas en las retenciones.