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Swift ya no es “ni yankee ni porteño, bra-si-le-ño”

El grupo local encabezado por Oliva Funes cedió el control de la empresa en favor de Friboi, frigorífico brasileño que pasa así a controlar más del 50 por ciento del comercio mundial de carnes.

El grupo brasileño Friboi confirmó ayer la adquisición del paquete mayoritario de Swift Armour, el principal frigorífico exportador argentino, con el 56 por ciento de las ventas al exterior de carnes cocidas congeladas y el 68 por ciento de las carnes enlatadas. Los fondos de inversión JP Morgan y Greenwich Street Capital Partners cederán su participación del 49 por ciento y el accionista local Carlos Oliva Funes hará lo propio con otro 36 por ciento, manteniendo en su poder el restante 15 por ciento. Con esta operación, cuyo monto rondaría los 200 millones de dólares, Friboi se convierte en el player principal del mercado mundial de carnes.
El objetivo puesto de manifiesto ayer por el consorcio brasileño es “dar continuidad a una política de expansión en el mercado internacional”, consolidando su presencia comercial en América latina. Friboi computa exportaciones anuales por 800 millones de dólares, que sumados a los 150 millones de Swift la acercarían a una cifra de 1000 millones, abarcando en conjunto al 50 por ciento del comercio mundial de carnes industrializadas
Friboi aseguró que “mantendrá las actuales estructuras de producción y management de Swift, que continuarán bajo la conducción de Carlos Oliva Funes”, así como sus planes de expansión dentro del sector cárnico argentino mediante futuras inversiones y adquisiciones estratégicas. Oliva Funes se integrará, además, al directorio de Friboi.
La operación de venta del tradicional frigorífico de origen estadounidense, pero transferido a capitales con mayoría local en 1999, mereció diferentes lecturas. Según señaló al suplemento Cash de Página/12 el titular de la Cámara de la Industria de la Carne, Miguel Schiariti, el ingreso de uno de los frigoríficos más fuertes a nivel internacional en el mercado local es una ratificación del buen momento y la potencialidad del sector. Una segunda lectura, señala la misma nota de Susana Díaz, es el continuo retroceso de la burguesía local en el control de áreas estratégicas. Así como antes había ocurrido en el negocio petrolero, en el mercado cervecero y en el del cemento, fueron empresas brasileñas las que ocuparon el lugar del que desplazaban a capitales locales.
Pérez Companc, el grupo Bemberg y Amalia Fortabat cedieron su espacio en tres sectores dinámicos justo en un momento de fuerte recuperación para todos ellos. Lo propio se podría decir de Oliva Funes con respecto a la carne, aunque en este último caso vale hacer la salvedad que permanece como socio minoritario asociado a un gigante mundial, en vez de retirarse frente a un competidor. La desnacionalización de frigoríficos argentinos ya había comenzado con la absorción de Finexcor por parte de Cargill, y de AB&P a manos de supermercadistas ingleses.
Swift, creada en 1907, cuenta con dos plantas industriales en Argentina, da empleo a unas 2570 personas y tiene una facturación anual de 650 millones de pesos. Exporta el 65 por ciento de su producción y comercializa con 70 diferentes destinos. En el último ejercicio, contabilizó exportaciones por 150 millones de dólares.

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La industria frigorífica otra vez dejó de ser argentina.
 
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