ECONOMíA › LA INFLACION FUE DE 0,4 POR CIENTO. ALIMENTOS Y BEBIDAS, 1,4
La misma noticia es buena y es mala
La parte buena es que el promedio de precios en agosto fue bajo; la mala es que bienes básicos de la canasta subieron mucho.
Por Claudio Scaletta
Frenado por las bajas estacionales en Indumentaria y Esparcimiento, el Indice de Precios al Consumidor de agosto fue del 0,4 por ciento, informó el Indec, un nivel aun por debajo de las expectativas creadas desde el gobierno. En lo que va del año el indicador suma el 7,7 por ciento. El rubro Alimentos y Bebidas, el más sensible para los sectores de menores ingresos, mostró en cambio un incremento del 1,4 por ciento. La Canasta Básica Alimentaria aumentó todavía más, el 1,5 por ciento, situación que provoca un deterioro en la distribución del ingreso.
La aceleración de los precios a partir de marzo pasado despertó entre los especialistas un viejo debate. Mientras algunos argumentaron que los aumentos se debían al crecimiento de la economía –mayor demanda frente a una oferta inelástica– otros sostuvieron que se trataba de la respuesta a los aumentos de salarios, y ello aunque la masa salarial, de acuerdo al cálculo de SEL Consultores, haya crecido desde la devaluación 15 puntos por debajo del crecimiento del PIB. Los datos del Indec de agosto y del total del año muestran en cambio que el problema principal se encuentra en otro lado: en el comportamiento de los precios internacionales de los bienes exportados. A la vez, la estructura económica argentina posee la desventaja de que estos bienes integran la llamada canasta salarial, es decir los productos a los que la mayoría de la población destina el grueso de sus ingresos: el rubro alimentos.
De acuerdo con los números difundidos por el Indec, las mayores alzas se produjeron en el rubro Alimentos y Bebidas, con 1,4 por ciento contra julio y 9,4 por ciento en lo que va del año. Dentro de estos, las alzas más fuertes se registraron en carnes y lácteos. Las carnes, que en promedio aumentaron el 1 por ciento en el mes, sumaron en los primeros ocho meses del año una suba del 11,3 por ciento. Los productos lácteos, en tanto, aumentaron el 2,9 por ciento en agosto y el 13,8 por ciento en el año. Cuando se abren los rubros llama la atención el fracaso de la política de aumento de retenciones en el sector lácteo. El último mes la leche fresca se incrementó el 3,5 por ciento, el queso cuartirolo el 2,7 (lleva 25,4 por ciento desde comienzos de año), la manteca, el 3,1 y el yogur cremoso, el 9 por ciento. Por el lado de las carnes, a pesar de los fuertes aumentos de los meses anteriores, el asado subió en agosto el 1,5 por ciento, la paleta el 0,7, la nalga el 1 y el pollo entero también el 1 por ciento.
Estos números son muestra suficiente de que la baja del IPC solo fue posible por el resultado negativo mostrado por el comportamiento de los rubros estacionales que cayeron el 2,7 por ciento. Por el fin de temporada, la Indumentaria bajó el 1,3 por ciento y luego de las vacaciones de invierno el Esparcimiento lo hizo el 2,9 por ciento. Los precios regulados, básicamente servicios públicos y transporte, se mantuvieron relativamente estables: crecieron el 0,1 por ciento. El resto del IPC, poco más del 70 por ciento de la canasta, creció el 0,9 por ciento y suma 9,3 en el año.
La relación entre aumento de los precios internacionales de los bienes exportados y el hecho de que estos bienes formen parte de la canasta de consumo se traduce en el problema central para fijar precios internos distintos a los internacionales en alza. Las retenciones fueron una manera de interceder en este sentido. Pero el esquema no impide que finalmente los aumentos lleguen a los consumidores. Que este sea el determinante principal no significa dejar de considerar problemas como los de la oferta oligopólica en algunos sectores, por ejemplo el lácteo, ni las puja por la distribución del ingreso o las restricciones para incrementar la producción.
Un problema adicional que presenta esta estructura es que el consumo externo compite con el interno en detrimento de este último. En otras palabras; la contracara del auge exportador es la caída del consumo interno y, por lo tanto, el aumento de la indigencia y la pobreza. Aunque el Gobierno pueda celebrar el freno de la inflación global, el 1,5 por ciento de aumento en la canasta básica alimentaria evidencia que el actual modelo económico encuentra serios escollos para reducir la desigualdad.
En última instancia, la suba de los alimentos representa una baja del salario real en todas las ramas productivas, mientras que la contrapartida de aumento en la tasa de ganancia se produce solo en los sectores exportadores.