ECONOMíA
No ahorraron golpes para reprimir a los ahorristas
Efectivos de la Guardia de Infantería reprimieron ayer a los ahorristas y detuvieron a un joven sordo y a una mujer de 56 años.
Por Irina Hauser
Un policía de cara redonda y labios gruesos masticaba chicle y sonreía levantando el mentón. A su lado, un despliegue sorpresivo de más de cincuenta federales repartidos en dos hileras encerraban a los ahorristas que, como todas las semanas, reclamaban sus depósitos ante los bancos del microcentro. Repartieron bastonazos con saña y empujaron a manifestantes hasta tirarlos al piso. El regodeo policial quedó coronado con dos detenidos: una mujer de 56 años y un chico sordo. La protesta para que los liberaran se trasladó al atardecer a las puertas de las comisaría 1ª, adonde acudieron al rescate el diputado Luis Zamora (Autodeterminación y Libertad), la legisladora Vilma Ripoll (Izquierda Unida) y Liliana Chiernajowsky (ARI), entre otros dirigentes. Los soltaron poco después de las nueve de la noche.
Eran los ahorristas de todos los lunes, miércoles y viernes. Los que se niegan a dar por perdido el dinero que guardaron bajo la hipnosis de la convertibilidad y que descargan la furia con martillos y cacerolas en la puerta de las entidades bancarias. Cuando ayer fueron al mediodía a la casa matriz del BankBoston, en Diagonal Norte y Florida, se encontraron con una nueva reja que les impedía golpear el elegante portón del edificio y decidieron sacarla. La arrastraron y la tiraron contra un policía que filmaba la protesta quien, aun cuando se le abalanzaron, intentó seguir captando con la cámara cada detalle hasta que un grupo le estampó sobre la lente un cartel con la palabra “Justicia”. Otros ahorristas corrieron a detener un camión de caudales que se les acercaba y canalizaron sobre él los martillazos y las patadas. Le tiraron huevos, que el conductor intentó despejar con el limpiaparabrisas, y en sus costados escribieron “chorros” y “ladrones”, las palabras clave de los cantitos furiosos que entonaban.
En medio del revuelo aparecieron más y más policías. Una noticia potenció la bronca de los manifestantes: a uno de los ahorristas que le tocaba sacar su dinero del Banco Francés con una orden judicial le acababan de decir que sólo se lo podían devolver en monedas. La protesta se trasladó dos cuadras, hasta la sede del Francés, en Rivadavia y Reconquista. Ahí fue cuando brotaron dos filas de efectivos de la Guardia de Infantería, armados con gases lacrimógenos y bastones, que cercaron a la gente. Patotearon a todo el mundo, mujeres, viejos y jóvenes. Hubo periodistas, fotógrafos y camarógrafos que también recibieron palazos.
La escena era patética. Los rostros de los policías, sus primeros planos en televisión, revelaban –en gestos duros o sonrisas– un disfrute provocador. “Tengo muchas ganas de llorar. La violencia viene desde arriba, nosotros no éramos violentos”, gritaba una mujer rubia con anteojos negros. “¿Dónde está la democracia? ¿Y el estado de derecho?”, exclamaba otra de remera roja. Y una más, de rulos y ojos saltones, alertaba: “Duhalde se va a llevar todo como lo hizo Menem, que ahora lo está disfrutando con la Bolocca (sic)”.
Entre el torbellino, tres policías agarraron de los brazos a María Antonia Calógero, una señora de 56 años, y se la llevaron detenida. En otro rincón, la Federal arrastraba a Roberto Ceferino Mitchell, un chico hipoacúsico de 25 años a quien en la golpiza, además, le rompieron el audífono. El arresto fue por resistencia a la autoridad y daños. Con el correr de las horas fue creciendo una concentración, esta vez frente a la comisaría 1ª, con banderas de asambleas barriales. Además de Ripoll, Zamora y Chiernajowsky estuvo un grupo de abogados de ahorristas y asambleístas. “Fue tremendo lo que tuvimos que presionar para que los liberaran. Evidentemente hubo una orden de arriba para darle con todo a los ahorristas y agarraron gente al voleo”, dijo a Página/12 el abogado Roberto Urbano. Ripoll denunció: “El juez Luis Schelgel, quien estaba de turno, y su secretaria nunca aparecieron. Es el mismo juez que liberó a Sebastián Cabello, el joven que mató a una mujer y a su hija en una picada”. “Los voy a perseguir hasta el último dólar”, dijo la mujer que había estado presa apenas la liberaron. El chico sordo miraba desconcertado. Y uno de los ahorristas, que prefirió no decir su nombre, relató que un miembro de la comisaría lo amenazó: “Te voy a perseguir y te voy a matar”.