EL PAíS › UN RABINO PIDE EXPLICACIONES AL GOBIERNO

La cruz de Brinzoni

Un rabino reclamó al gobierno por la definición de Brinzoni del Ejército Argentino como un ejército confesional cristiano y por la referencia a la obra “El Mercader de Venecia”.

 Por Horacio Verbitsky

El rabino Daniel Goldman reclamó al ministro de Defensa Horacio Jaunarena, como “responsable político de las Fuerzas Armadas”, por el contenido antisemita de la carta que el jefe del Ejército, Ricardo Brinzoni, envió al periodista Héctor Timerman, en la que, dice, “define al Ejército Argentino como un ejército confesional cristiano”.
Goldman declara en la nota a Jaunarena su “inquietud por la sutileza de dos detalles alarmantes. En un pasaje de la carta el general Brinzoni dice: ‘Como jefe de esta institución, pero principalmente como hombre, déjeme expresarle algunas pocas ideas. Los cristianos perdonamos sin mirar a quién...’ Como maestro de la ley judía considero que esta carta no es un espacio para debates teológicos, que tantas diferencias y dolores han traído a la humanidad a lo largo de su historia, pero creo que el inicio de este párrafo no deja lugar a dudas sobre la falta de pluralidad interreligiosa, ya que el general Brinzoni define al Ejército Argentino como un ejército confesional cristiano. Si esa es la visión del jefe del Ejército, considero que deberíamos introducirnos en un debate nacional al respecto, que con profundidad permita remitirnos a los reales fundamentos institucionales que desliza el general Brinzoni en su misiva”.
Brinzoni también le recomendó a Timerman la lectura de la obra El Mercader de Venecia, escrita por William Shakespeare hace cuatro siglos. Es la historia de un judío intimado a convertirse al cristianismo bajo pena de confiscación de sus bienes. Eso es lo que le ocurrió al padre del destinatario de la carta, Jacobo Timerman, secuestrado y torturado por tropas del Ejército en 1977 y despojado de la propiedad de su diario La Opinión, bajo acusaciones que la propia justicia militar descartó, de canalizar fondos de los montoneros. La retórica de la cruz y de la espada fue el fundamento ideológico de la dictadura militar de 1976 a 1983.
Según Goldman en esa obra “se intenta mostrar al judío Shylock como un villano malvado e impío, quien adora más a su dinero que a su hija. No puedo creer que el jefe del Ejército desconozca justamente el aspecto polémico que existe alrededor de esta obra. Entonces, ¿qué quiso sugerir el general Brinzoni al invocar la fuente del texto? Señor ministro, en un país que ha tenido dos atentados antisemitas de una magnitud casi inefable, siendo usted el responsable político de las Fuerzas Armadas quiero expresarle mi profunda preocupación por la carta del general Brinzoni. Así como deseo hacer público el contenido de esta carta, estoy convencido de que hacer pública su conocida posición de respeto a los principios democráticos y antidiscriminatorios contribuirán a la construcción de una Argentina pluralista”.
Según el rabino Goldman “estamos viviendo horas aciagas en las que el peso de cada acción y la referencia a cada palabra puede encontrar eco de concordia o de discordia. A esto remiten las milenarias máximas en las diversas tradiciones religiosas, cuando recuerdan que una sola letra es capaz de modificar al mundo, razón por la cual debemos encontrar absoluto equilibrio en la expresión”. Brinzoni había invitado a Héctor Timerman a participar en una serie de conferencias sobre comunicaciones para oficiales del Ejército. En su respuesta Timerman recordó las humillaciones a que fueron sometidos sus padres por fuerzas del Ejército y en un gesto conciliatorio se ofreció a acompañar al militar si éste aceptaba pedir perdón frente a las tumbas de sus padres. El periodista dijo que había consultado la cuestión con varios rabinos quienes de acuerdo con la ley judía le sugirieron la ceremonia del perdón. Uno de esos rabinos fue Daniel Goldman, según revela en la carta al ministro Jaunarena. Brinzoni no respondió la carta, hasta que Timerman la hizo pública, en una revista y en un programa de televisión. Recién entonces, Brinzoni le remitió una nueva carta, antedatada para disimular. En ella le dijo que lamentaba queel dolor de Timerman le impidiera “albergar sentimientos conciliadores”, tergiversación con la que eligió ignorar el pedido de perdón. Al mismo ciclo que Timerman habían sido invitados el subdirector de La Nación, José Claudio Escribano, el director del Centro de Estudios Unión Para una Nueva Mayoría, Rosendo Fraga, la consultora Graciela Römer y el publicista Rodolfo Diez.
Durante su cautiverio, los interrogadores del Ejército acosaron a Jacobo Timerman con preguntas sobre su condición de judío y las cintas grabadas fueron entregadas en una conferencia de prensa en el hotel Alvear de Buenos Aires por el jefe de policía de Buenos Aires, Ramón Camps. El sórdido episodio fue narrado en su reciente libro The real Odessa por el periodista argentino-estadounidense Uki Goñi, quien afirma que algunos generales estaban obsesionados con “la cuestión judía” y se proponían “montar un juicio contra los judíos más prominentes del país”. Así narra Goñi aquella alucinante rueda de prensa con corresponsales extranjeros:
–¿Reconoce que es judío? –se escuchó aullar a Camps en la primera cinta.
–Bueno, sí –respondía Timerman en un aterrorizado susurro.
–Entonces es sionista –ladró Camps.
–Bueno, no sé, puede ser –dijo Timerman.
Concluye Goñi: “Los argentinos todavía carecen de una comprensión definitiva de la generalizada ceguera moral que permitió a la dictadura llevar a cabo su siniestra política de exterminio. Puede llevar muchos años más hasta que tal comprensión sea posible”.
En su “Informe sobre antisemitismo en la Argentina 2000-2001” el Centro de Estudios Sociales de la DAIA dedica una página a lo que denomina “El caso Brinzoni”. Allí recuerda que cuando 662 oficiales del Ejército y el propio Brinzoni presentaron recursos de hábeas data ante organismos de derechos humanos el abogado que los representaba era Juan Enrique Torres Bande, “apoderado de la agrupación política neonazi Partido del Nuevo Triunfo, liderada por Alejandro Biondini”. Añade que Jaunarena ordenó separar a Torres Bande cuando el episodio tomó estado público, pero que el Centro de Estudios Legales y Sociales denunció que nuevos pedidos se habían presentado “con igual tipografía y diseño que los presentados por Torres Bande”. Según la DAIA, “este episodio cobra un carácter de gravedad institucional” por la “desobediencia a las órdenes del Ministerio de Defensa y la falta a la verdad”.

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