Miércoles, 8 de febrero de 2006 | Hoy
Los últimos datos del Indec confirman que mientras los sueldos en blanco van hoy por delante de la inflación, los salarios en negro y los públicos todavía están muy rezagados. La canasta de la pobreza llegó a 844 pesos y la de indigencia, a 389 pesos.
De acuerdo con los datos oficiales del Indec divulgados ayer, los trabajadores del sector privado en blanco le ganaron claramente a la inflación durante el 2005. En promedio sus salarios duplicaron la evolución de los precios: subieron 25,95 por ciento contra el 12,3 por ciento que acumuló el índice de precios al consumidor. Peor les fue a los empleados públicos y a quienes trabajan en la informalidad: sus ingresos apenas pudieron empatarle a la inflación.
El informe oficial arrojó los siguientes resultados: durante el año pasado, los empleados en blanco tuvieron una mejora salarial del 25,95 por ciento; los agentes públicos se anotaron una suba del 12,8 por ciento y los que subsisten en la informalidad (en negro) registraron un avance del 12,6 por ciento.
El dato sobre la enorme diferencia existente entre los que trabajan en blanco y quienes están en negro es un llamado de atención para el Gobierno: en la actualidad, el 46 por ciento de los empleados se encuentra en la informalidad. Son una franja significativa de personas que están quedando relegadas en este modelo de fuerte crecimiento económico. Felisa Miceli considera que la solución de este tema figura entre sus objetivos prioritarios.
El otro capítulo, referido a los empleados públicos, genera protestas entre los agentes del sector. Desde las oficinas de ministerios y secretarías del Estado reconocen que, si bien la recuperación de sus sueldos quedó a la par de la suba de los precios, el 2005 lo terminaron a mitad de camino de los empleados formales del sector privado.
La cuestión salarial volverá a la agenda próximamente. Ya está previsto que entre este mes y el que viene se inicien las paritarias en distintos sectores. Figuran subterráneos, construcción, camioneros, metalúrgicos, bancarios, bebidas gaseosas, petroleros y automotrices.
En este contexto, el Ejecutivo busca asegurar que la inflación de esta primera parte del año sea inferior a la del primer trimestre de 2005. En enero lo logró: los precios se encarecieron 1,5 por ciento, dos décimas por debajo al mismo mes del año pasado. En Economía creen que si se pinchan las expectativas inflacionarias, las negociaciones entre los gremios y las empresas serán tranquilas. Y que desde las compañías no aprovecharán los eventuales ajustes salariales para remarcar precios en forma injustificada, dando pie para una indexación de la economía. Para el mes en curso, las estimaciones oficiales y privadas son coincidentes: la inflación se ubicaría por debajo del 1 por ciento.
La inflación preocupa, sobre todo, por su impacto en los productos más necesitados, como alimentos, remedios y vestimenta. Ayer, el Indec informó que el costo de la Canasta Básica Total (CBT) aumentó 1,45 por ciento durante enero, claramente por encima del índice inflacionario. Esta canasta, que reúne los alimentos, vestimenta y servicios necesarios que requiere una familia con dos hijos para no caer por debajo de la línea de la pobreza, alcanzó un valor de 843,60 pesos.
También se encareció la Canasta Básica Alimentaria (CBA), que reúne sólo un conjunto de alimentos indispensables, al llegar a 388,75 pesos, un 0,8 por ciento más que en diciembre. La suba de los precios de los comestibles estuvo signada por las frutas y hortalizas, que no entraron en los acuerdos que se vienen firmando desde fines de noviembre.
Si se considera lo ocurrido en los cuatro años que transcurrieron desde la devaluación, los únicos que le vienen ganando la carrera a la inflación son los trabajadores en blanco del sector privado (en relación de dependencia). Para ellos, los sueldos mejoraron, en promedio, un 89,2 por ciento, contra una inflación minorista que acumuló el 75 por ciento. En la otra punta, los más damnificados son los agentes estatales: sus salarios crecieron 25 por ciento desde la explosión de la convertibilidad. En el medio quedaron los trabajadores informales (en negro), cuyos ingresos mejoraron 30,9 por ciento. Si sólo se toma en cuenta lo ocurrido durante diciembre, hubo un empate entre los trabajadores formales y los informales. El índice de salarios creció 1,55 por ciento para los primeros y un 1,54 por ciento para los “en negro”. Los especialistas afirman que, en los actuales niveles de desempleo, cada vez es más difícil conseguir personal y que, en este contexto, los trabajadores informales pueden haber ganado algo de poder de negociación salarial. Sin embargo, lo que es claro es que resultan muy “baratos”: según el Indec, mientras el salario promedio en blanco es de 978 pesos, el promedio de los salarios en negro apenas llega a 364 pesos. Como sea, en diciembre pasado volvieron a perder los estatales, para quienes sus salarios se mantuvieron congelados.
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