Los industriales del cuero comenzaron el año enfrascados en una pelea con las curtiembres y advirtiendo que si el Gobierno no interviene rápido, los precios de los productos aumentarán en los comercios, al tiempo que se perderán puestos de trabajo. “Estamos a contramano de los demás sectores industriales. A nosotros nos están perjudicando”, se quejó, en diálogo con Página/12 Esteban Ferreira, economista de la cámara del sector. Las curtiembres respondieron el golpe: señalaron que están abasteciendo a los industriales con normalidad y que se están favoreciendo por las ventas record gracias al turismo.

La presión de los industriales se ejerce sobre dos puntos sensibles para el Gobierno: la inflación y el empleo. En el medio está la pelea entre los industriales, las curtiembres y los frigoríficos. Los primeros se quejan de que son los únicos que podrían darle más valor agregado a la producción y acusan a los demás de hacer buenos negocios, en un marco de altos precios internacionales, y dejarlos afuera. Los fabricantes alegan que hay por lo menos tres elementos que estarían jugando en su contra.

- Una reducción en la faena de ganado, que este año contrajo la oferta de cuero. De hecho, no alcanza para cubrir la demanda de productos. En este contexto, el precio del kilo de cuero se encareció 50 por ciento, de 4,0 a 4,50 dólares.

- Distorsión en los niveles de reintegros. Tanto el eslabón primario de la cadena como las tapicerías reciben el 2,50 por ciento de las exportaciones. Esta situación redunda en que las curtiembres prefieren vender los productos semiterminados, preferentemente a China, en vez de seguir con el proceso industrial. “En 2006 hubo cierres de plantas. Se perdieron cinco mil empleos y las exportaciones con valor agregado cayeron un 41,5 por ciento respecto de 2001, un total de 110 millones de dólares menos”, advirtió la cámara industrial. Las exportaciones de productos industriales en general perciben reintegros del 6 por ciento.

- Los derechos de exportaciones de los productos semiterminados rondan el cinco por ciento. La pretensión de los industriales es que se eleve ese impuesto, de manera de desincentivar las ventas al exterior de cueros.