Viernes, 17 de agosto de 2007 | Hoy
Por Raúl Dellatorre
Al compás de los temblores externos, crece el temor por las repercusiones que la crisis pueda tener sobre la economía argentina. ¿Hay riesgo cierto, más allá de las pérdidas que puedan sufrir los especuladores por sus apuestas fallidas? Sin certeza sobre el alcance final de la crisis, los factores que condicionan el impacto local podrían resumirse en los siguientes interrogantes y probables respuestas.
- ¿Existe temor de que la Argentina se contagie de la crisis financiera?
Por su menor grado de dependencia financiera externa (endeudamiento más allá de la capacidad de pago de los ’90 versus una programación de vencimientos más acomodada actual) y por la menor incidencia de los capitales especulativos en la economía doméstica, hoy la Argentina aparece mucho menos expuesta a “temblores externos”. Además, el proceso de crecimiento con recuperación del aparato industrial y de la capacidad adquisitiva de la población en el último lustro da una base de sustentación más estable que la que resultaría de un crecimiento basado exclusivamente en la exportación o en una burbuja de consumo.
- ¿Qué posibilidad hay de que la crisis externa afecte la expansión que hoy vive la Argentina?
Si la crisis financiera internacional se prolonga, la Argentina sufriría un impacto indirecto, que se colaría por distintos flancos. Uno es el de los ingresos por exportación, ya que el miedo al riesgo que provocó en los inversores esta situación ya afectó a las materias primas con cotización internacional en mercados abiertos. Por ejemplo, petróleo, trigo, maíz y soja (los especuladores que participan en estos mercados se retiran, vendiendo todos los derechos de compra a futuro). Si los nuevos valores se consolidan, la Argentina perdería ingresos en dólares. Otro impacto es el del costo del dinero (a través del precio de los bonos), que si se encarece restringiría el crédito, tanto el de consumo (préstamos personales o hipotecarios, compras con tarjeta) como el de trabajo o producción (a empresas). Además, en medio de una crisis mundial que se prolongue, la incertidumbre puede afectar las decisiones de gasto de sectores con alta capacidad adquisitiva que posterguen compras para conservar dinero disponible. Todos estos factores, aunque se den en diferente grado, afectarían el ritmo de expansión actual de la economía.
- ¿Qué instrumentos tiene el Gobierno para frenar el impacto?
Los mecanismos de protección que posee, y debería cuidar, son el doble superávit, en el comercio exterior y en el presupuesto público, y un colchón de reservas en el Banco Central. Son las herramientas que puede necesitar para intervenir en los mercados de productos exportables, el sistema financiero o el mercado cambiario para regular precios, evitando que las bruscas oscilaciones internacionales se proyecten en el nivel de actividad en la economía real.
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