Los productores tamberos protestaron ayer por la rebaja de precios que comenzó a aplicarle la industria, rematando vacas lecheras en el mercado de Liniers. Por este motivo, el número de cabezas ingresadas trepó a 3620 durante un día en el que no suele haber operaciones. “Es un llamado de atención para demostrar lo que terminará pasando si no se revierte la decisión”, señaló a Página/12 Andrés Egli, tambero de la localidad de Lobos. El recorte en el precio es impulsado por el secretario de Comercio, Guillermo Moreno, quien les exigió a las usinas que paguen 10 centavos menos el litro de leche fluida para evitar subas en el mercado interno. Para presionar, el funcionario bloqueó las exportaciones, las cuales sólo son autorizadas cuando las empresas muestran la documentación donde se detalla el precio que pagaron por la materia prima. Según fuentes de Agricultura, hay veinte mil toneladas de lácteos que esperan la firma de Moreno para ser exportadas.

Al igual que hizo en los casos de la carne y del trigo, Moreno negocia con el eslabón más fuerte y concentrado de la cadena para garantizar la estabilidad de precios, aunque las consecuencias de esos acuerdos perjudiquen al resto de los operadores de la cadena. En el mercado lácteo, las industrias son las que históricamente impusieron condiciones a los tambos debido al oligopsonio de mercado que obliga a miles de productores a negociar con apenas un puñado de usinas.

La caída de 11 por ciento en la producción de este año, provocada fundamentalmente por las inundaciones registradas en las principales cuencas lecheras, en un contexto de demanda local e internacional creciente, mejoró últimamente el poder de negociación de los productores, quienes estaban recibiendo 83 centavos por litro. Moreno consideró que esa mejor situación relativa de los tamberos presionaba sobre los precios que paga el consumidor en la góndola y le exigió a la industria que pague sólo 73 centavos.

El elemento de presión son las exportaciones. La resolución 370 de comienzos de noviembre establece que las operaciones de exportación de lácteos deben contar con “la conformidad” de la Secretaría de Comercio. Desde que Moreno pidió una rebaja en los precios mayoristas de la leche, sólo autoriza las exportaciones de aquellas empresas que ya están pagando la leche al valor indicado. Hasta el momento, autorizó cinco mil toneladas de lácteos, en su mayoría a Venezuela y México, pero aún permanecen pendientes de aprobación otras veinte mil toneladas.

Los tamberos afirman que el precio que quiere imponer Moreno se ubica por debajo de sus costos. “El costo mínimo de producción es de 78 centavos. Si nos empiezan a pagar 73, los tambos se van a ir descapitalizando y nos vamos a terminar pasando a otras actividades más rentables, como la soja”, destacó a Página/12 el productor Andrés Egli. “En el futuro puede faltar leche”, agregó a este diario Emiliano Amondarain, un tambero de Magdalena que ayer envió vacas lecheras a Liniers para protestar.

En la Secretaría de Agricultura saben que la actualidad de los tamberos no es crítica, pero reconocen que la situación de la lechería se puede complicar en el mediano plazo, sobre todo por el incentivo que existe actualmente para pasarse a otras actividades más rentables. Eso traería dificultades para abastecer la demanda local y recortaría puestos de trabajo en el campo, pues la lechería es una de las producciones que genera más empleo rural directo e indirecto. Por ese motivo están tratando de encontrar una solución alternativa a la de Moreno en las reuniones del Grupo Lácteo que integran junto a los productores y la industria. Sin embargo, en el encuentro que mantuvieron el miércoles no llegaron a ningún acuerdo. Mientras tanto, Moreno es el que sigue diseñando la política del sector.