ECONOMíA › OPINION
Redrado juega la carta Cuba
Por Martín Granovsky
Entusiasta, el vicecanciller económico Martín Redrado contó ayer que en la reunión de Carlos Ruckauf con el secretario de Estado Colin Powell “se habló claramente de los derechos humanos del pueblo cubano”. La fórmula normalmente es un eufemismo para indicar cómo votará la Argentina. Después de una etapa de abstención, con Raúl Alfonsín, Carlos Menem inauguró el voto de condena a Cuba en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU y Fernando de la Rúa continuó la misma línea. Tanto Menem como De la Rúa atribuyeron el voto a una cuestión de principios: la defensa de los derechos humanos del pueblo de Cuba. Pero como a la vez no elevaron ningún planteo sobre otros países –por ejemplo Arabia Saudita o China– su gesto puede ser interpretado como un modo de aparecer distintos del resto del continente frente a los Estados Unidos. Distintos, y amigos. Más amigos que otros como Brasil.
A Redrado no hace falta interpretarlo. Fue transparente. Dijo que ambos gobiernos coincidieron sobre “la posición que vamos a tener en conjunto en las Naciones Unidas” y, según las agencias internacionales, justificó en Washington “la sanción a la única dictadura que hoy queda en América Latina”. Fue, incluso más allá: si sus declaraciones fueron consignadas correctamente, dijo que la Argentina se comprometió a “trabajar para que el pueblo cubano sea libre”.
O sea: no es que la Argentina, junto a otros países, simplemente exhortará a Cuba a liberalizar el sistema político, sino que se situará en la primera línea de combate.
Ni siquiera Menem en sus relaciones carnales planteó las cosas con tanta crudeza. Si ahora Eduardo Duhalde sigue la línea de Redrado, la Argentina marcará un nivel de diferencias con el resto de América latina que no es conveniente para el país justo cuando la clave de la política exterior debería ser acumular apoyos en lugar de perderlos. El contraargumento podría ser que la Argentina necesita el apoyo financiero del Fondo Monetario, y antes precisa del guiño del Tesoro norteamericano. Si es así, será inútil mimetizarse con el sector más duro de la comunidad cubanoamericana de los Estados Unidos. La Argentina tiene –lamentablemente, pero así es la realidad– un arma mucho más poderosa que la sobreactuación respecto de Cuba. Si este país entra en una etapa de inestabilidad inmanejable, todo el Cono Sur lo seguirá. Con Brasil, Chile, Bolivia, Uruguay y Paraguay siempre ha sido así, para lo bueno y para lo malo. Washington teme hacer inestable una zona del mundo que no lo era. Ese es el gran argumento argentino. Es comprensible, verdadero, concreto. Por eso puede ser, además, rentable.