A partir de precios atractivos y de la promoción que significa el programa, las ventas de los productos que participan de Precios Cuidados experimentaron en promedio una suba del 75 por ciento en términos de cantidades colocadas. Es una variación totalmente desproporcionada frente a la realidad del resto del mercado de bienes de consumo masivo. “En tiempos en donde hay desaceleración económica, la situación de la demanda de los artículos del acuerdo es opuesta. El consumidor valora la transparencia de precios”, señaló el secretario de Comercio, Augusto Costa. A partir de ese desempeño desigual entre los bienes del acuerdo y los que están por fuera (que son la inmensa mayoría), la facturación de los productos de Precios Cuidados en relación con las ventas totales de los supermercados pasó en el año del 5 al 20 por ciento.

En el desagregado por rubros, el impacto en el consumo se hace todavía más evidente. La suba de las ventas de mermelada es del 169 por ciento, en enlatados alcanza el 119 por ciento, en cremas de leche, 218 por ciento, y en dulce de leche, un 136 por ciento. En términos de facturación, el avance en pastas dentales es del 115 por ciento; en mantecas, del 51 por ciento; en leche en sachet, del 48 por ciento; y en los dulces en lata llega al 148 por ciento.

El efecto de este avance en el consumo implicó para varias empresas de tamaño medio, como San Ignacio, La Lácteo, Molino San Martín, Tanoni, Lácteos Ramolac, Manfrey o Molino Chacabuco, escalar rápidamente posiciones en el mercado. En el caso de las firmas más importantes del acuerdo, el crecimiento exponencial de las ventas permite compensar márgenes más bajos y además no perder posición frente a competidoras. Es decir que, más allá de la obsesión empresaria por el “libre mercado” y la desconfianza por la regulación estatal, la presencia en Precios Cuidados es hoy para las firmas un activo y salir del esquema les supone costos.