Miércoles, 15 de octubre de 2014 | Hoy
ECONOMíA › AVANCES Y DESAFíOS PARA EL ESTADO
Por Sebastián Premici
“Es el Estado quien debe tener las ideas y luego salir a buscar a los actores que permitan llevarlas adelante. Esto sería vincular e integrar los desarrollos científicos tecnológicos con la innovación productiva.” Con estas palabras, el titular de la Asociación de Economía para el Desarrollo de la Argentina (AEDA), Fernando Peirano, cerró la charla “El cambio tecnológico como motor del cambio estructural”, que antecedió a la presentación de una ponencia de Aldo Ferrer (ver aparte). También participaron del panel Bernardo Kosacoff (UBA), Pablo Lavarello, investigador del Conicet; el presidente de la Cámara de Empresas de Sofware y Servicios Informáticos (Cessi), José María Louzao Andrade, y el vicepresidente de Arsat, Guillermo Rus. Antes que ellos expuso la secretaria de Planeamiento y Políticas en Ciencia y Tecnología, Ruth Landenheim.
El eje de todas las ponencias fue la necesidad de integrar, a través de los distintos ministerios, los desarrollos científicos tecnológicos. Es decir, abandonar la idea de que la ciencia y la tecnología integran compartimientos estancos para asumirlas como clave del desarrollo económico nacional.
“Hasta la segunda fase del proceso de sustitución de importaciones las fábricas automotrices tenían miles de ingenieros que se encargaban de desarrollar a los proveedores locales. Con la dictadura cívico militar y el neoliberalismo, se destruyó todo eso. El desafío es volver a encontrar ese entramado productivo”, analizó Kosacoff.
Si bien las distintas ponencias resaltaron el nuevo rol del Estado nacional, que retomó la idea de construir una industria nacional, también se advirtió por la falta de proyectos estratégicos. El titular de la Cessi cuestionó que la industria tecnológica de Tierra del Fuego se dedique solamente al ensamblado de componentes y que no se desarrollen en el país “periféricos nacionales”, es decir, hardware nacional. “Hay que hacer un mapa de las habilidades de innovación en el país. Debemos pensar en desarrollos tecnológicos regionales, junto a nuestros socios del Mercosur”, definió Louzao Andrade.
Así como ambas fases de la sustitución de importaciones estuvieron marcadas por la industria automotriz, Argentina podría aprovechar sus nuevas capacidades productivas, vinculadas a la industria del conocimiento. El software es un ejemplo, así como también los desarrollos vinculados a las comunicaciones, como el satélite fabricado por Invap que será puesto en órbita por Arsat. “La decisión de construir satélites nos dio otras posibilidades. Tenemos más de 300 proyectos tecnológicos”, afirmó el vicepresidente de Arsat. Otra área destacada podría ser la biotecnología.
La idea de generar un mapa de innovación del país va de la mano de la posibilidad de que cada región productiva cuente con los ingenieros y científicos que requiera para potenciar su producción. “Tenemos instrumentos financieros para colocar doctores y científicos en las provincias según sus necesidades. Articulamos con las empresas bajo esquemas de consorcios públicos privados, en sectores que producen alimentos, semillas, maquinaria agrícola, bioeconomía, biomasa y proyectos oceánicos”, explicó Landenheim.
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