ECONOMíA

Ya van 100 moratorias

 Por Maximiliano Montenegro

Según el diccionario de la real academia española, la palabra moratoria –moratorium, en inglés– es el “plazo concedido para una deuda vencida”. Con esa definición, el chiste es obvio: ¿cuál es el colmo de un banco? Acogerse a una moratoria.
En la década del ochenta la palabra, se puso de moda porque los grandes bancos comerciales –entre ellos el Citibank–, que temían que los gobiernos latinoamericanos declararan formalmente la moratoria de las deudas que habían contraído con un selecto club de acreedores extranjeros. El temor finalmente se hizo realidad con la moratoria de México en el ‘82, que detonó una bomba de inestabilidad en la región y convirtió al término en mala palabra en Wall Street.
En la Argentina, las moratorias impositivas son moneda corriente. Desde 1810, se cuentan más de 100 moratorias de impuestos nacionales o provinciales, siempre con la promesa de que era última. Según explica el tributarista Leonel Massad, las moratorias están pensadas para pequeños y medianos contribuyentes ahogados por la crisis. Pero, por un concepto de igualdad ante la ley, es inevitable que se beneficien aquellos que no la necesitan, como una gran multinacional o un banco extranjero. Ese es uno de los motivos de por qué los tributaristas más respetados, como Leonel Massad rechazan las moratorias. El otro motivo, obviamente, es que erosiona la cultura del pago de impuestos.

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