EL PAíS › AMENAZA NAVAL, PRESIÓN DE EJÉRCITO

Los Disfrazados

La Armada amenaza con un acuartelamiento si el Senado no asciende a un oficial que se hizo retratar disfrazado de policía por un detenidodesaparecido. El Ejército presiona para que le permitan reimplantar el Servicio Militar Obligatorio y volver a desplegar la vocación policial que ya una vez condujo a las Fuerzas Armadas a la desprofesionalización y el escarnio. Esto revela los riesgos que corren las instituciones si no se pone coto en forma decidida a estas pretensiones inaceptables. El caso del marino disfrazado de policía asume la dimensión de un símbolo. ¿Eso quieren ser?

 Por Horacio Verbitsky

La Armada amenaza con un acuartelamiento si el Senado no asciende a un oficial que se hizo retratar disfrazado de policía por un detenidodesaparecido. Ya había recurrido a la misma amenaza en 1984 y 1987 en defensa de Alfredo Astiz, a quien terminó pasando a retiro en 1995 y destituyendo en 1998. El miércoles pasado el capitán de fragata Julio César Binotti se negó a formular su descargo ante la Comisión de Acuerdos del Senado por las acusaciones de un sobreviviente del campo clandestino de concentración que funcionó en la Escuela de Mecánica, ESMA. Quien sí asistió a la audiencia fue el Secretario General Naval, Héctor Agustín Tebaldi. Vestido de civil y sin poner en evidencia su función ni su rango escuchó el testimonio de Víctor Melchor Basterra, quien fue secuestrado en 1979 y permaneció como rehén de la ESMA hasta 1984. Junto con él habían sido raptadas su esposa y su beba de dos meses, a quienes usaron para quebrar su voluntad. Luego de provocarle dos paros cardíacos mediante el paso de corriente eléctrica le dijeron que lo volverían a torturar con la criatura sobre su pecho desnudo. Así, consiguieron servirse de sus habilidades como fotógrafo y obrero gráfico para forzarlo a realizar documentos falsos, entre otros el pasaporte argentino con el que fue detenido en Francia el ex jefe de la logia P2, Licio Gelli.
Cada vez que revelaba un foto en el cuarto oscuro Basterra escondía una copia en las cajas de papel fotosensible, que los marinos nunca abrían para no velarlo. En 1985 suministró el testimonio más extenso y documentado del juicio a los ex Comandantes. Durante más de seis horas identificó a cada uno de los malhechores a quienes había fotografiado. El número 27 era Binotti, quien no posó para la cámara con su uniforme naval sino disfrazado de policía. Según Basterra, Binotti usaba los nombres de encubrimiento de Fernando o Ciscardo. El ex detenido-desaparecido dijo que Binotti llegó a la ESMA poco después de la rendición en la guerra de las Malvinas y que en 1982 y en 1983 integró un Grupo de Operaciones Especiales. “Salía a secuestrar gente, trasladarla, ya sea a la ESMA, ya sea a alguna de las quintas que tenía el GOEA en la zona de Pacheco o Del Viso, torturarlas y, eventualmente, hacerlas desaparecer. Así sucedió a fines de 1982 con el compañero René Haidar”, uno de los tres sobrevivientes de la masacre de la base de Trelew en 1972, a quienes las Fuerzas Armadas mataron o hicieron desaparecer en la siguiente dictadura. Haidar “fue secuestrado por el grupo operativo del GOEA cuyo jefe era Fernando Enrique Peyón, secundado por Binotti”, dijo Basterra. También narró otro diálogo con Binotti:
–¿Ustedes ahora terminan?
–Este gobierno termina. Los grupos de tareas de la Armada nunca terminan.
Prueba de fuerza
El presidente de la Comisión de Acuerdos, Jorge Busti, sugirió al ministro de Defensa Horacio Jaunarena que retirara el pliego de Binotti. Pero la Armada resolvió convertir el caso en una prueba de fuerza. En algún sentido se comprende. El repliegue de la flota de mar a las costas por temor a los submarinos nucleares en el único conflicto bélico del siglo pasado es un estigma indeleble. Binotti fue parte de la única unidad naval que combatió cuerpo a cuerpo con los ingleses, el Batallón de Infantería de Marina 5, que luego de la derrota se replegó en orden, con sus oficiales a la cabeza. El Congreso lo condecoró por ello. La Armada ha usado ese ejemplo para escarnecer al Ejército, cuyas tropas huyeron en desbandada y en el acta de rendición el general Mario Menéndez pidió que los oficiales pudieran conservar las armas de mano para defenderse de sus propios soldados. La Armada afirma que Haidar fue secuestrado en diciembre de 1982, cuando Binotti estaba destinado a la jefatura de Inteligencia, con sede en el edificio Libertad. Pero no explica por qué ambas cosas serían excluyentes. La Armada pretende que Basterra no habría conocido aBinotti en 1982 sino en 1983, pero la prueba que alega es autocontradictoria: dice que Binotti no estuvo destinado en la ESMA en ninguno de esos años. Peor aún, de modo informal admite que entre diciembre de 1982 y enero de 1983 pasó por allí, no como integrante del grupo de tareas sino sólo para dormir hasta que se le asignara nuevo destino. Es una afirmación risible, ya que para esos casos la Armada dispone de un hotel en la avenida Córdoba, a metros del Centro Naval. Respecto de los documentos de Binotti disfrazado de policía, la Armada sostiene que los usó para desbaratar una red de espionaje chilenobritánica infiltrada en la base de submarinos de Mar del Plata. Tan estrambótica explicación supone que los espías desconfiarían de un marino pero no de un policía argentino. Si en los recuerdos de Basterra, dos décadas después de los hechos, puede haber alguna imprecisión cronológica, en los descargos de la Armada se multiplica por cuatro: el episodio con los espías ocurrió en 1986. No hay discurso institucional que baste para explicar la enormidad de un oficial de la Armada disfrazado de policía para el documento falso que debe fabricarle un detenido-desaparecido.
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Cuando la Armada hizo saber que insistiría, Busti le recordó al vicealmirante Tebaldi que el reglamento de la Comisión dispone que las audiencias sean públicas. Los marinos decidieron no presentar a Binotti y se dieron por ofendidos. “La Armada se siente cuestionada”, afirman sus voceros. El carácter público de la audiencia del último miércoles, surtió efecto. Esta vez el senador Eduardo Menem, quien a puertas cerradas se había pronunciado en favor del ascenso, mantuvo prudente mutismo. Cuando el radical Horacio Usandizaga asumió la reivindicación del pliego, la senadora del Frepaso Vilma Ibarra refutó los reproches de la Armada: “No desconfiamos de su conducción actual, sino de la de entonces, que formó parte de un Estado terrorista en el que todo se organizó para ocultar y falsear los hechos”. El testimonio de Basterra y la foto del oficial disfrazado de policía son mucho más contundentes que cualquier anotación en los legajos confeccionados en tiempos del masserismo. “Este no es un juicio popular ni somos un tribunal de justicia”, dice Busti. “Pero los actos de gobierno deben ser públicos. La sociedad exige transparencia y no hay razones válidas para negarla. Se trate de un militar, un juez o un diplomático, nuestra obligación es escuchar a quienes formulan una objeción y permitir el descargo del impugnado”.
Desde 1853 y hasta 1877 los acuerdos del Senado para oficiales superiores de las Fuerzas Armadas se prestaban en sesión pública. Para evitar que su ascenso a general fuera enturbiado por la repetición de las punzantes observaciones de Juan Bautista Alberdi a su desempeño como encargado de prensa del ejército de Urquiza, Domingo Faustino Sarmiento exigió que se suprimiera “la libertad de deshonrar a quien el gobierno trata de honrar”. Las sesiones volvieron a ser públicas hace una década, lo cual permitió que, en 1994, se conociera el reconocimiento de los capitanes Juan Carlos Rolón y Antonio Pernías sobre el uso de la picana en la ESMA. Es cierto que las audiencias públicas pueden ser un metafórico tormento para los propuestos a un ascenso, mayor cuanto más graves cosas tengan para ocultar, como tormentos concretos y no figurados. Pero el servicio público exige esa sumisión. La amenaza de autoacuartelamiento en respaldo al pliego de Binotti, transmitida por diversas vías a la Comisión de Acuerdos, sugiere que las reiteradas afirmaciones del almirante Joaquín Stella sobre la voluntad de la Armada de dejar atrás el pasado de terror y dedicarse a sus tareas profesionales, son meras abstracciones que naufragan ante el caso concreto. La Armada confía en torcer el brazo de la Comisión de Acuerdos, que no tiene un criterio unánime frente al caso. El viernes, se reunió en el Edificio Libertad el Consejo de Almirantes. La explicación oficial fue que habían tratado las restricciones presupuestarias que limitan la operatividad naval.Otras reuniones de urgencia convocaron al Consejo de Almirantes en diciembre de 1984, cuando el juez federal Miguel del Castillo ordenó la detención de Alfredo Astiz y en diciembre de 1987, cuando el entonces presidente Raúl Alfonsín se proponía pasarlo a retiro, cosa que termino por disponer su sucesor Carlos Menem en 1995. Esos años de demora sólo sirvieron para enredar a la Armada n la defensa de un caso tan insostenible que en enero de 1998 el propio almirantazgo pidió su destitución. Menem la firmó con gusto. Está por verse si 18 años han pasado en vano o los marinos entran en razones y sacan los pies del fango a tiempo. De parte de la Comisión de Acuerdos, para evitar el escándalo, es posible que no haya dictamen sino postergación indefinida del tratamiento.
A diferencia de la Armada, el Ejército ha hecho saber a través de su secretario general, Daniel Reimundes, que presentará ante la Comisión al teniente coronel Rafael Mariano Braga. Según el legislador radical jujeño Normando Alvarez García, en 1976 Braga encabezó el pelotón que irrumpió en su casa y secuestró a su hermano Julio. Mencionado en el legajo 1106 de la Conadep, Braga también fue denunciado como miembro de las patotas que ese mismo año secuestraron en su domicilio al dirigente gremial Carlos Eulogio Villada y, del Ingenio Ledesma, a la señora Eulogia Cordero de Garnica y a sus hijos Domingo Horacio Garnica y Miguel Angel Garnica; ella fue liberada, sus hijos permanecen desaparecidos. Los denunciantes afirmaron que Braga tenía dos cicatrices en la mejilla izquierda. La semana pasada Alvarez García no pudo viajar, por lo que el careo se postergó para este miércoles.
El superministerio
El domingo 9, en esta página se informó que el senador Eduardo Duhalde había desautorizado el proyecto del ministro Jaunarena y del jefe del Ejército, Ricardo Brinzoni, de fusionar en un superministerio las funciones de Defensa y Seguridad. El lunes 1o, durante la conmemoración por las islas Malvinas, el jefe del Cuerpo de Ejército III, Julio Conrado Alberto Hang, insistió con la idea desechada. En realidad, él es uno de sus inspiradores. En setiembre del año pasado, cuando era jefe de la denominada “Casa Militar” de la presidencia, durante un vuelo de campaña electoral a Corrientes convenció a su amigo Fernando De la Rúa que anunciara la creación de un super Consejo de Seguridad y Defensa, del que el propio Hang sería Secretario. De la Rúa lo hizo al aterrizar, pero el escándalo fue tal que ese mismo día la iniciativa pasó al archivo.
Hang había invitado a la ceremonia por Malvinas a todos los diputados y senadores nacionales por Córdoba. Asistieron el presidente provisional del Senado, Juan Carlos Maqueda y su compañera de bancada justicialista Beatriz Halak; el senador radical Luis Molinari Romero; los diputados justicialistas Oscar Gonzalez, Carlos Alessandri y Eduardo Di Cola; los radicales Fernando Montoya y Silvina Leonelli y el socialista del ARI Eduardo García. Luego de una formación especial, Hang proyectó videos sobre las actividades del Ejército: misiones de paz, ejercicios conjuntos con otros países, acción cívica, sirviendo chocolate el Día del Niño, un locro en un pueblito o reconstruyendo un puente caído. También dijo que tenía a la mitad de su personal bajo la línea de pobreza y no pagaba a sus proveedores desde septiembre.
El Oso Arturo
Durante el almuerzo dijo que su generación se había formado bajo la influencia de la segunda guerra mundial, pensando en las grandes confrontaciones. Esa concepción habría perdido vigencia en el mundo globalizado. Mencionó que la Argentina ya no tenía hipótesis de conflicto con sus vecinos Brasil y Chile. “En cambio aparece el terrorismo catástrofe, las organizaciones internacionales o interestatales, como en Filipinas, Afganistán y Colombia,” dijo. Agregó que “en la Argentina ha crecido el desorden” y las hipótesis de conflicto están dentro de las fronteras, pero no se molestó en explicar el vínculo que eso tendría con la enumeración anterior. Añadió que el Ejército no tenía interés en reprimir manifestaciones “porque no tenemos balas de goma”, pero que había “conflictos en los que podríamos colaborar”. Como ejemplo dijo que si la Gendarmería se desplazara a las ciudades para combatir los secuestros express (sic) el Ejército podría reemplazarla en lo que llamó las fronteras secas y en la custodia de bienes estratégicos del Estado, comodiques y usinas eléctricas y nucleares. En abril, un subordinado de Hang, el jefe de los paracaidistas, Emilio Nazar, dijo que “estamos muy preocupados por la situación social y sabemos que en algún momento vamos a tener que salir”. Esto es lo que Mariano Grondona llamó la semana pasada “el plan B”. En aquella ocasión Hang aclaró que las Fuerzas Armadas carecían de medios para controlar disturbios callejeros, para lo que “están las fuerzas de seguridad”.
En el almuerzo con los legisladores, alabó la creación en Estados Unidos de un ministerio que coordine todas las fuerzas e incluso opinó sobre un tema tan alejado de la competencia castrense como la eventual fusión de la Armada y la Prefectura. Dijo que la Argentina y Estados Unidos eran los únicos países del mundo donde estaban separadas y opinó que eso sólo era lógico en Estados Unidos, que tiene dos océanos y cinco comandos navales que cubren todo el mundo. Luego preguntó a sus invitados qué pensaban de “generar condiciones para que Seguridad no esté separada de Defensa”. El desempeño de Hang en la presidencia ejemplifica qué ocurre cuando los encargados de la Defensa se ocupan de la Seguridad. En octubre de 2000, el ciudadano Ernesto Belli se colgó de la puerta del auto presidencial y no alcanzó a abrirla porque el chofer aceleró. En diciembre, el mismo Belli llegó a zamarrear a De la Rúa de la solapa ante la vista de varios millones de personas. De la Rúa sólo fue rescatado de situación tan inverosímil por el humorista Marcelo Tinelli, quien lo protegió con un oportuno abrazo, y por El Oso Arturo, que alcanzó a asirse de la cintura del desequilibrado antes de que éste terminara de desequilibrar al jefe del Estado. Cuando se escriba la historia de estos tiempos, el inaudito espectáculo podrá marcar el punto de inflexión en el que De la Rúa perdió para siempre el respeto de la sociedad.
Las respuestas
Estas fueron las respuestas de los legisladores a la pregunta de Hang:
- El menemista González proclamó con entusiasmo la necesidad de recuperar a palos el monopolio de la fuerza pública e imponer el orden.
- El socialista García dijo que no debía olvidarse la experiencia dramática de la que viene la Argentina y ejemplificó con el caso de Alemania que “no creo que permita cualquier participación de las Fuerzas Armadas en seguridad interior”.
- El radical Montoya, que preside la comisión de seguridad de la Cámara de Diputados, dijo que el planteo le inspiraba muchas dudas e insistió en su rechazo a la fusión de la Armada y la Prefectura.
- El justicialista Maqueda, quien sólo había entrado al Cuerpo III como detenido, en 1976, dijo que la cuestión debía discutirse sin preconceptos. “No nos olvidamos de la historia pero los principales reclamos de la sociedad son, en ese orden, trabajo y seguridad. No podemos seguir opinando desde nuestra concepción de veinte años atrás”.
Hang reiteró que el Ejército no quería “volver a hacer lo que se hizo”. Pero insistió en que la alternativa a su propuesta será “que ustedes doten a la Policía Federal de carros blindados y nosotros bajemos las persianas”. Agregó que había acordado con Brinzoni la convocatoria a encuentros similares con los legisladores nacionales en todas las provincias donde tiene unidades el Cuerpo III. También se pronunció por la reimplantación del Servicio Militar Obligatorio. Dijo que desde el punto de vista militar tenían mejor preparación los voluntarios. Pero ratificó que el suyo no es un punto de vista militar al agregar que en función social prefería el Servicio Militar Obligatorio. Si se le otorgaran suficientes planes “Trabajar”, el Ejército podría encarar obras públicas, prestar logística de transporte, brindar asistencia social, atender la salud de los jóvenes, que hoy no tienen control médico, dijo. Brinzoni lo respaldó en forma implícita, con una visita de dos días a Córdoba, el jueves y el viernes.
Hang y Brinzoni, pero también Maqueda, compartieron un palco con el general retirado Luciano Benjamín Menéndez, un arquetípico fósil de la dictadura, rescatado de la cárcel por la ley de obediencia debida.
El ejemplo del Norte
Algunos de los asistentes dijeron a este diario con sinceridad que guardaron silencio porque Hang planteó cuestiones sobre las que no se sentían preparados. Les interesará saber que la Oficina de Seguridad Interior o Homeland Security Office, creada en septiembre de 2001 por el presidente de los Estados Unidos George W. Bush, procura alcanzar un mejor nivel de coordinación entre más de un centenar de dependencias de su gobierno con injerencia en la seguridad interior. Las misiones principales diseñadas para dicha oficina, a la que Bush pretende que el Congreso le otorgue rango ministerial, son prevenir ataques dentro de los Estados Unidos, reducir la vulnerabilidad ante el terrorismo y minimizar el daño en caso de eventuales ataques. Es decir, coordinación de los esfuerzos del gobierno en materia de seguridad interior, no de defensa. El futuro ministerio tendría cuatro áreas:
- Seguridad de las Fronteras y del Transporte.
- Preparación y Respuesta ante Emergencias.
- Contramedidas para las armas químicas y bacteriológicas.
- Coordinación para la reunión y análisis de la información de inteligencia, de origen externo o interno, de carácter público o secreto.
Pero cada agencia de seguridad norteamericana mantendrá sus capacidades presupuestaria y de comando. Como algo diferenciado de la Homeland Security, después del 11 de septiembre de 2001 Estados Unidos también se preocupa por su Homeland Defense y ha creado una fuerza de tareas especial que contempla la defensa del territorio en circunstancias extraordinarias, el apoyo a la defensa civil y la preparación para la emergencia.
El 1º de junio Bush formuló ante mil graduados de la academia militar de West Point la nueva doctrina del ataque preventivo. Bush declaró caducas las doctrinas de contención y disuasión de la guerra fría y dijo que la única estrategia posible para derrotar a los nuevos enemigos era golpearlos primero. “Debemos llevar el combate al enemigo, frustrar sus planes y enfrentar las peores amenazas antes de que se concreten”, dijo. En palabras del ministro de Defensa, Donald Rumsfeld: “Vamos a llevar la guerra al territorio del enemigo”. En un tramo del discurso que sus epígonos argentinos prefieren ignorar, Bush agregó que sólo se logrará “una paz justa reemplazando en todo el mundo la pobreza, la represión y el resentimiento por la esperanza de un mañana mejor”. Dijo que Estados Unidos promovería en todo el mundo “la moderación, la tolerancia y los derechos humanos” y que esos “requisitos de libertad se aplican plenamente a Africa y América Latina” y no sólo al “mundo islámico”. No hace falta aprobar este discurso ni creer en la sinceridad de su autor para comprobar que, contra lo que pretenden Brinzoni y Hang, en Estados Unidos no hay confusión entre Seguridad y Defensa. Las referencias de los militares argentinos al mundo globalizado y las concepciones modernas no dejarán de parecer más que torpes coartadas mientras sigan defendiendo a personajes como el capitán Binotti y su horizonte se reduzca a buscar pretextos para volver a disfrazarse con el añorado uniforme policial.

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Capitán de fragata Julio César Binotti.
 
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